057 - Steve Rogers

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Atención: Es el Steve de los Años 40.

Acababas de conocer al otro paciente, Steve Rogers. Él también había aceptado formar parte del experimento y lo que más te impresionó fue el parecido de los dos:

Ambos erais de estatura baja, muy delgados y tenías problemas respiratorios. Sí, Steve podía tener un muy mal cuerpo, pero tenía un alma fuerte. Estaba a favor de la libertad y de la igualdad. No creía en la superioridad de los hombres sobre las mujeres y sabía que era mejor el diálogo que la lucha.

Os conocisteis desde relativamente poco, pero podías decir que te gustaba. Te gustaba su forma de pensar, y su forma de ver al mundo. Y no, el físico no importaba.

Esa misma mañana fría, cuando os conocisteis, a ambos os entraron un asma repentina nada más veros. Tú, como eras muy olvidadiza, se te olvidó el inhalador para poder respirar. Y Steve te entregó el suyo. Te dejó que pudieras respirar correctamente antes de que lo hiciera él.

Después de esa cómica forma de conoceros, entrasteis al edificio donde se realizaría el experimento. Bajasteis las escaleras y visteis dos grandes cápsulas en el medio de la sala. Todo parecía sacado de una película futurística.

- Bienvenidos – saludó el doctor Erksine. Ambos le saludasteis de vuelta. – Empezaremos ahora. Cuanto antes mejor.

Los dos asentisteis, entre nerviosos y asustados.

- Quítense las camisas y los zapatos, y después entren en esas cápsulas – ordenó el doctor.

Steve se quitó la chaqueta, le siguió la corbata y la camisa. Tú fuiste un poco más lenta, un poco más cohibida por estar rodeada de hombres (y solo otra mujer más aparte de ti).

- No pasa nada – te tranquilizó Steve. – Seguramente tengas mejor cuerpo que yo.

Sonreíste, un poco menos cohibida. Te quitaste la chaqueta y después, poco a poco, la camisa blanca. Te quedaste con el sujetador puesto y el doctor Erksine no dijo nada. Te agachaste para quitarte los zapatos de tacón.

Steve fue el primero en meterse en esa cápsula. Unos cuantos doctores le colocaron las correas y después la cápsula se cerró. Te costó un poco subirte a tu cápsula y, cuando lo conseguiste, unos doctores te hicieron lo mismo que a ti. La cápsula se cerró y respiraste hondamente para no tener un ataque de pánico.

- ¿Estáis preparados? – preguntó el doctor Erksine pero no obtuvo respuesta de ninguno.

Las máquinas empezaron a sonar que lograron que tus oídos zumbaran. Después notaste los pinchazos en tus brazos. Oíste los gritos desgarradores de Steve, pero tú no gritabas. O al menos eso creías. Tus oídos empezaron a pitar y los músculos se agarrotaron, provocándote aún más dolor. Tus extremidades empezaron a doblarse, y hubieran terminado partidas si no hubiera sido por las correas. Las luces de afuera se apagaron y hubo algunas máquinas que echaban chispas. Tu nuca empezó a doler. Era un dolor agudo, como un pinchazo.

Las luces volvieron, lo pudiste ver por la pequeña ventana. Segundos más tarde, la puerta de la cápsula se abrió y te quedaste ciega por toda la luz que había.

Las correas que sujetaban tu cuerpo se fueron y después caías encima de un cuerpo. La espalda que estabas tocando con los brazos estaba ardiendo y bastante musculada. Esa persona no llevaba camisa. Parpadeaste varias veces hasta que conseguiste ver. Lo primero que te encontraste fue con los ojos azules de Steve. Ahí te diste cuenta de que sus ojos tenían motas verdes.

Steve te sujetaba por la cintura. No llegabas a tocar el suelo. Miraste el cuerpo de Steve y, caray, el suero sí que había funcionado en él.

- ¿Estás bien? – susurró Steve.

Solo pudiste asentir.

Miraste tus brazos, paliduchos y finos en contraste a la piel de Steve. En ese momento te diste cuenta de que el suero no había hecho efecto en ti.

Steve te colocó en el suelo pero aún así no os separasteis.

- Hizo efecto en ti – hablaste. Y él simplemente sonrió.

Imaginas Marvel #MEAs2016 #MEAs2k16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora