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066 - Bucky Barnes

- Y por último, niños, aquí tenéis al comando aullador – les señalaste el grupo de maniquíes. - ¿Alguien puede decirme quiénes eran ellos?

Todos los niños levantaron la mano entusiasmados.

Trabajabas como guía para el museo Smithsonian, y hoy te acompañan unos monísimos niños de la escuela primaria a la galería del Capitán América.

- El comando aullador era el grupo que reclutó Capitán América para derrotar a HYDRA, una asociación muy, muy mala – les contaste. Todos los niños y niñas asintieron encantados. Cada uno de los niños y niñas amaba al Capitán América. Para ellos, era su héroe favorito.

Un niño levantó la mano.

- ¿Sí?

- ¿Esa ropa era la misma que utilizaron ellos? – preguntó en voz baja.

- Por supuesto que no – dijiste. – Por ejemplo, el que podéis ver a la derecha del capitán, se cayó de un tren. No pudimos obtener su ropa. ¿Sabéis quién era?

Todos los niños asintieron.

Te tomaste un momento para mirar a tu derecha. A tu lado había un hombre, que no podía tener más de treinta años. Llevaba una gorra que le tapaba casi toda la cara y tenía las manos metidas en los bolsillos de su abrigo. Lo más raro de todo era que estaba inclinado hacia ti, como si quisiera escuchar todo lo que les decías a los niños. Ya le habías visto merodear antes por tu lado, cuando hablaste sobre el pasado del capitán.

- ¡Era el amigo de Capitán América! – gritó un niño. Eso hizo que volvieras tu atención a ellos.

- Así es – le diste la razón. – James Buchanan Barnes. Si me seguís, podréis ver su biografía.

Caminaste hasta el centro de la sala, los niños te seguían como perritos falderos, hasta un cristal donde venía escrita la biografía del mejor amigo del capitán. Por el rabillo del ojo viste que el hombre de la gorra se había movido también hasta colocarse por detrás del grupo de niños, pudiendo ver con claridad el cristal.

Les leíste a los niños toda la biografía de James Buchanan Barnes. Y cuando terminaste, te fijaste en la foto de aquel hombre. Sin duda era un hombre guapísimo.

Te giraste para mirar a aquel hombre. Desde este ángulo podías verle mejor la cara. Conectaste los ojos con los suyos y su cara te recordó a alguien. Volviste a mirar el cristal y después otra vez a aquel hombre.

El parecido era increíble. Es más, parecían hermanos o incluso la misma persona. Pero eso era imposible ya que aquel hombre, el de los Años 40, había muerto.

El hombre de la gorra se veía impactado, sin dejar de mirar al cristal. ¿Tal vez era su abuelo? ¿O su bisabuelo?

- Veo que habéis terminado – habló alguien a tu izquierda.

Despegaste la mirada de aquel hombre para ver quién habló. Era la profesora de aquella clase. La sonreíste.

- Así es. Y además se han portado de maravilla.

- Me alegro – se rió. – Bueno, será mejor que nos vayamos al bus, ¿verdad chicos?

Todos dijeron que sí animadamente.

Te despediste de aquella clase sin dejar de mirar al hombre. Necesitabas preguntarle si tenía parentesco con el hombre de los Años 40. Te acercaste a él y él decidió caminar también, pero se dirigió a la salida.

Hubo un momento que le perdiste de vista, en la entrada. Intentaste darte prisa por salir por las puertas de cristal. Bajaste las escaleras de la calle mirando hacia todos los lados, pero no le viste.

Aquel hombre había desaparecido.

Se están acercando las 100.000 leídas y quiero hacer algo especial. ¿El problema? Que no se me ocurre nada. Así que, acepto sugerencias.