076 - Steve Rogers! <<

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Steve de los años 40.

Cuando llegaste a casa de tu trabajo en el hospital, Steve ya había llegado. Estaba sentado en el sofá, mirando la televisión. Desde la puerta podías ver perfectamente los moretones de la cara y la camisa sucia e incluso un poco roja. Te acercaste a él, le dejaste un beso en la frente y le llevaste de la mano hasta vuestro cuarto, para curarle con más comodidad. Steve se sentó sobre la cama y tú fuiste a por el botiquín (que estaba a mano). Cuando te sentaste al lado de Steve, él ya se había quitado la camisa blanca y la había dejado en el suelo.

-    ¿Qué hiciste esta vez? – preguntaste, mojando un algodón en alcohol.

-    Sabes que nunca hago nada – se encogió de hombros.

-    Siempre intentas hacerte el héroe – dijiste frotando el algodón sobre las heridas que tenía en la cara, en la de la ceja concretamente. Steve frunció el ceño por la picazón.

-    ¿Te duele demasiado? Podemos ir al médico...

-    Ha habido veces peores – se volvió a encoger de hombros.

-    Túmbate, voy a curarte las heridas – le ordenaste y él obedeció.

Te levantaste para que se pudiera tumbar completamente en la cama, después, volviste a sentarte en el borde de la cama. Cogiste otro algodón y curaste las heridas que tenía en el pecho y en las costillas marcadas. Mientras curabas la última herida en la costilla, esbozaste una sonrisa. Steve levantó una ceja curioso.

-    ¿Por qué te ríes?

Te reíste antes de contestar. Intentaste mantener una mira da seria y sonreíste coquetamente:

-    Soy tu enfermera sexy – no aguantaste la risa y volviste a reírte.

-    Me alegra ser tu paciente – sonrió traviesamente.

Volviste a sonreír coquetamente porque, Steve no solía ser así. Dejaste el botiquín rápidamente en el suelo y te colocaste sentada a horcajadas en sus piernas.

-    Ya te he curado completamente pero tal vez deba hacer una revisión completa – dijiste pasando tu dedo índice por su ombligo hasta la cinturilla de sus pantalones.

Notabas como Steve tembló bajo ese sutil toque y sonreíste. Te sentías poderosa en esta posición. Cuando llegaste a la cinturilla de sus pantalones, desabrochaste el botón y bajaste la cremallera. Steve llevó sus manos a tu cintura, a agarrar la falda de tu uniforme y apretarla.

Después reaccionaste. ¿Cómo se te había ocurrido hacerlo si él estaba herido? Ibas a levantarte pero sus manos te hicieron quedarte en tu sitio.

-    No te vayas – dijo rápidamente. – Sé que estoy herido pero puedo hacerlo. Quiero hacerlo.

Ibas a continuar con tu rol de "enfermera sexy" pero no podías. Te tapaste la cara con las manos, de la vergüenza.

-    No puedo hacerlo – le dijiste a Steve. Oíste su risa y notaste como te agarraba más fuerte de la cintura.

-    Claro que puedes hacerlo – te susurró en el oído. – pero, si no quieres, siempre podemos parar. No hay que hacerlo si no quieres...

-    Por favor, no lo digas como si fuera nuestra primera vez – te sonrojaste. – Está muy lejos de ser nuestra primera vez...

Te quitaste las manos de la cama para observar fijamente los ojos azules de Steve. Cuando te sentiste más segura, le empujaste con un dedo hasta que volvió a estar tumbado en la cama.

-    Paciente, no puede estar levantado. Para que se recupere no haga ningún esfuerzo que ya lo haré yo todo. – Le volviste a sonreír coquetamente.

Te lamiste los labios antes de que os besarais con necesidad. Steve llevó sus manos debajo de tu uniforme y empezó a bajar las medias y la ropa interior con pequeños tirones.

Steve podía ser muy torpe y patoso en muchas cosas, pero en esto, era muy hábil.

Te levantaste de la cama para poder quitarte las medias, la ropa interior y los zapatos. El resto no te lo quitaste porque sabías muy bien que a Steve le ponía esto. Abriste el cajón de la mesilla y cogiste un condón. Antes de volver a subirte encima de Steve, le bajaste los pantalones. Te subiste encima de él y cogiste su pene, bombeándolo hasta que estuvo completo erecto, le colocaste el condón y lentamente te sentaste en él.

Steve te acariciaba las caderas con lentitud y miraba con atención tus expresiones faciales. Una vez que te acostumbraste a tenerle dentro, empezaste a hacer movimientos circulares con las caderas. Uniste tus manos con las de Steve, para poder apoyarte sobre algo y poco a poco empezaste a subir el ritmo del movimiento de caderas.

Y así ambos llegasteis al orgasmo, con movimientos rápidos de cadera y las manos unidas. Cuando acabasteis, te quitaste el condón y lo tiraste al suelo. Le subiste los pantalones a Steve y te tumbaste a su lado. Ambos con sonrisitas en la cara.

Era un maratón corto sorry

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