Y aquí estoy ahora, con novio, camino a casa, luego de mi primer día junto a él en una relación.
Dios, si esto es un sueño no me despiertes nunca.
Decidimos no contar nada todavía, en parte porque temía que Lucas me hiciera una escena de celos como ya había hecho el fin de semana. Jamás pensé que mi amigo se pondría celoso, pero si le explicaba que no lo dejaría de lado, que él nunca dejaría de ser mi amigo, tal vez no odiara a Ethan.
Aunque él ya me había dicho que mi novio no le agradaba para nada.
Mi novio, que extraño sonaba eso.
Sonreí como estúpida.
― ¿En qué piensas novia estúpida? ―preguntó Ethan sonriendo.
―En ti, novio idiota― respondí.
Jamás me cansaría de decirlo, aunque era imposible no agregarle nuestros adorables sobrenombres, con sarcasmo incluido.
Ethan sonrió, como venía haciendo desde que me dijo que yo le interesaba.
―Parecías una idiota sonriendo ―comentó haciéndome reír ―dime por favor que yo no me veo igual.
Era irónico como ahora me reía aunque me tratara de idiota y antes solamente pensaba en arrancarle los ojos.
Llegamos a casa para mi tristeza. Hice un puchero que hizo que Ethan se acercara y mordiera mi labio con sensualidad. Ese simple acto disparó mi temperatura a mil millones de grados Celsius.
―Me encanta cuando te sonrojas, te ves jodidamente encantadora― me susurró en el oído.
Decidí que era momento de separarnos, porque de otra manera iba a terminar saltándole encima y eso no se vería bien en nuestro primer día de noviazgo.
― ¿Quieres entrar? ―pregunté rogando por una respuesta afirmativa.
Para mi desgracia Ethan negó.
―No puedo, tengo un examen mañana y debo estudiar― explicó.
Asentí comprendiéndolo y solo le di un corto beso en los labios.
―Ve a casa, no te quiero distraer de tus estudios― dije.
Él asintió y antes de que yo me bajara me besó de manera profunda, dejándome sin aliento.
―Eso si es un beso de despedida― comentó divertido respirando agitado ―tu beso fue muy simplón, patético como tú.
Negué con la cabeza divertida con la situación, enseguida me bajé del auto y caminé hasta el porche de mi casa. Desde allí le hice señas de despedida y él solo arrancó el auto.
Una vez sola, respiré profundo un par de veces y cuando me sentí preparada abrí la puerta.
Mi madre estaba en la cocina, la escuché tararear una canción, seguramente estaría preparando la cena.
Fui directo a saludarla y ella notó mi buen humor porque se quedó mirándome con diversión.
―Hola hija ¿Qué tal tu día?
―Genial ¿El tuyo?
Mi madre me miró tratando de buscar alguna señal que le dijera por qué estaba tan contenta.
― ¿No tienes nada nuevo que contarme?
Era increíble como las madres intuían cuando algo les sucedía a sus hijos o tal vez ella lo supo porque yo era demasiado obvia.
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El mejor de mis rechazos (#1)
Ficção AdolescenteIsidora está terriblemente enamorada de Lucas, su mejor amigo, y por una estupidez del momento termina declarándose luego de años de haber mantenido su amor en secreto. En ese momento sufre un enorme rechazo que a pesar de haber sido horrible la lle...