Miré a Lucas sorprendida. No sabía si sentirme abochornada por lo que acababa de insinuar o furiosa porque se metía en mis asuntos.
― ¿Desde cuándo te acuestas con él? ―volvió a preguntar.
Negué con la cabeza y me giré para salir del automóvil, pero al parecer él leyó mis intenciones porque de inmediato puso seguro y bloqueó la manilla para que yo no pudiera salir.
Me di la vuelta y lo miré furiosa, él me devolvió una mirada mil veces peor.
―Respóndeme―ordenó.
Traté de contar hasta diez mentalmente. Uno, dos, tres, cuatro, cinco...
―Eres una imbécil― dijo Lucas interrumpiéndome―. Ese idiota solo te quería para meterse entre tus piernas y tú como estúpida se las abriste.
No esperé que dijera nada más, le di el golpe más fuerte que había dado en mi vida y enseguida me tomé con fuerza la mano. Dolía como los mil demonios, pero más dolía mi corazón.
Lucas me había hecho sentir humillada, como una cualquiera y por más que lo quisiera como amigo eso no se lo perdonaría así como así.
―Abre la jodida puerta― gruñí.
Mi amigo, si es que todavía podía llamarlo así, me miró sorprendido tomándose con fuerza la mejilla y parte de la boca. Cuando notó que yo estaba demasiado furiosa decidió por fin dejarme salir.
Una vez afuera cerré con fuerza haciendo retumbar los vidrios del jodido auto. No me importó, simplemente comencé a caminar con furia hasta que entré en el edificio. Corrí a los baños y me encerré en el primero que encontré vacío.
Ya cuando me encontré sola solté por fin las lágrimas que ni siquiera me había dado cuenta de que estaba conteniendo. Mi pecho dolía. Jamás en mi vida me había sentido tan humillada, tan pisoteada. Lucas me había herido muchas veces, había derramado millones de lágrimas por su culpa y me había prometido no llorar otra vez por él, pero aquí estaba, encerrada en un jodido baño llorando de nuevo por el mismo maldito idiota que tantas veces había roto mi corazón.
Mi teléfono comenzó a sonar, pero no contesté. Necesitaba sacar toda la rabia que tenía porque si no terminaría desquitándome con la persona incorrecta.
Decidí que no lo perdonaría esta vez, que él tendría que mostrarme que de verdad estaba arrepentido si quería que yo volviera a ser su amiga y que se olvidara de que yo alguna vez siquiera tendría algo con él.
Mi teléfono volvió a sonar y vi la foto de Ethan en la pantalla. Contesté porque necesitaba abrazarlo y llorar en sus brazos.
―Izzie ¿Dónde estás? ―preguntó.
Escuchaba a sus amigos reírse así que supuse que ya había salido de clases.
―Estoy en el edificio de la facultad todavía.
No sé si Ethan era adivino o a mí se me notaba mucho que estaba mal porque de inmediato escuché su voz preocupada.
― ¿Estás bien? ¿Quieres que vaya por ti?
―Por favor― pedí.
Me dijo que esperara en la entrada y enseguida cortó.
Yo salí del baño y me apresuré a lavarme la cara, pero era imposible no notar que había estado llorando; mi cara estaba brillante y mi nariz más roja que la de Rodolfo el reno.
Salí del baño y caminé cabizbaja hasta la entrada. Me sorprendí al encontrarme ya a Ethan allí, con las manos en los bolsillos de su chaqueta.
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El mejor de mis rechazos (#1)
Novela JuvenilIsidora está terriblemente enamorada de Lucas, su mejor amigo, y por una estupidez del momento termina declarándose luego de años de haber mantenido su amor en secreto. En ese momento sufre un enorme rechazo que a pesar de haber sido horrible la lle...