CAPÍTULO 33

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James

- ¿Lo habéis cogido todo, cariño? - pregunta mi madre por quinta vez.

- Sí, mamá - respondo cansado cargando las maletas en el coche de mi padre.

- Le estaba preguntando a ella - comenta señalando a Carolina antes de subirse al auto.

- James, eres tonto, a ti nunca te dice cañiro - añade Angela riéndose.

- Se dice cariño, peque - la corrige Carolina y la ayuda a subirse a su asiento especial para niños.

- Estáis todas contra mí - me quejo cerrando la puerta.

- Eso no es verdad, hijo - dice mi padre arrancando el motor.

- Sí papá, lo es, y tú también lo estás - vuelvo a quejarme.

El coche comienza a avanzar, me pongo el cinturón de seguridad y me acerco a mi "novia".

- Déjame, James, no quiero hablar contigo - se queja separándose de mí.

- ¿Por qué? - pregunto confundido.

- Te pasaste mucho en la heladería - añade mirándome fijamente.

- Es que mis amigos no dejaban de estar encima de ti y me puse celoso - comento mirando sus preciosos ojos.

- ¿En serio? No me había percatado - dice con ironía.

- Odio que utilices la ironía conmigo - añado pasando una mano por su mejilla.

- Entiendo que pudieras estar celoso, pero la pagaste conmigo sin yo haber hecho nada - asegura inocente.

- Está bien, lo siento - me disculpo por fin. - Mis amigos no te dejaban y no vi otra salida que cargar con el primero que se me pusiera por delante, y dio la casualidad de que fuiste tú - aclaro haciendo círculos en su mejilla con el pulgar.

- Te juro que como vuelvas a hacer algo así algún día de tu vida, no me volverás a ver, ¿entiendes? - pregunta seria.

No me creo lo que está diciendo y me echo a reír. Mi madre me mira como si estuviera loco y al fijarme de nuevo en Carolina, me doy cuenta de que va en serio.

- Está bien, está bien - digo levantando mis manos en son de paz. - ¿Me perdonas? - pregunto impaciente.

- No - responde negando con la cabeza.

- ¿No? - pregunto con una sonrisa. Vuelve a negar con la cabeza y me mira desafiante. - Entonces yo tampoco te perdono - la chincho.

- ¿Y por qué deberías perdonarme tú a mí? - pregunta señalándose a sí misma con el dedo.

- Porque me has quedado la marca de tu mano en mi cara - me quejo acariciando mi mejilla.

- Te lo merecías - dice encogiéndose de hombros.

- ¿Segura? - pregunto dispuesto a hacerle cosquillas.

Parece que me lee la mente, porque rápidamente me agarra las manos e impide que las sitúe en cualquier lugar de su cuerpo donde pueda provocarle cosquillas.

- Soy más rápida e inteligente que tú - asegura todavía agarrando mis manos.

- Eso no lo creo - niego a la vez que le doy la vuelta a la situación, sosteniendo entre una de mis manos, las dos suyas.

- Quieto James - me avisa nerviosa.

- ¿Por qué te pones nerviosa? - pregunto tentándola.

- No hagas nada - me advierte de nuevo.

Un amor no tan fingidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora