CAPÍTULO 23

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James

Tengo mis labios posados sobre los labios de Carolina. Como siempre, no reacciona. Esta vez está intentando apartarse de mí, pero yo no se lo permito. Tengo mis manos apoyadas en su cintura atrayéndola más y ella forcejea con sus manos en mi pecho.

- ¡Basta! Deja de besarme de una vez. Entiendo que tengamos que fingir en la Universidad que somos pareja, porque hay estudiantes por todos lados, pero debo decirte que no hace falta que finjamos de puertas para dentro. Así que, no vuelvas a besarme mientras que no haya nadie delante, ¿entendido? - pregunta separándose del todo de mí.

- Entendido, pero es que te quiero - confieso, y ella se pone pálida.

- ¿Qué? - pregunta asustada.

- Que te quiero - digo tan tranquilo. - Es broma, solo estoy practicando para cuando tenga que decírtelo delante de alguien.

- Menos mal que estabas bromeando - dice suspirando.

- ¿Creías que te lo decía de verdad? - pregunto riéndome.

- Pues sí, porque lo has dicho tan serio. Bueno voy a llamar a Alicia - añade cogiendo el móvil y sentándose en el sofá.

- Vale, voy a colocar mis cosas en el cuarto de matrimonio - anuncio cogiendo mis maletas.

- ¡¿Qué?! - grita Carolina.

- Lo que has oído - respondo simplemente.

- De eso nada, yo dormiré en la cama grande - se queja levantándose del sofá. - Ahora te llamo Alicia - dice para colgar el teléfono.

- Voy a dormir en la cama grande te guste o no - digo dirigiéndome al dormitorio.

- ¿Sabes? Haz lo que te de la gana, no voy a discutir contigo, no tengo ganas ni fuerzas - sentencia cogiendo el móvil de nuevo.

- La verdad, yo sí, pero te dejaré en paz porque no quiero tenerte de morros - le recuerdo la frase que me dijo esta mañana.

- Déjame - pide.

Carolina coge las llaves, su mochila y el móvil y sale dando un portazo.

¡Dios! ¡Cómo es esta chica! Como siga así, voy a conseguir que se vaya del apartamento. Voy a controlar un poco las ganas que tengo siempre de fastidiarla. Y también debo controlar mis sentimientos.

Carolina

¡Dios! ¡Cómo es este chico! No puedo con él. Siempre tiene que andar fastidiándome. Haga lo que haga, diga lo que diga, es inevitable que me fastidie.

He salido del apartamento dando un portazo y ahora estoy montada en el ascensor. Llega a la planta baja y salgo antes de que las puertas se abran del todo. Abro la puerta del edificio y me apoyo en la pared. Cierro los ojos intentando olvidarme de James y sus juegos, pero el sonido de mi móvil me interrumpe.

- ¿Diga?

- Hola hija, ¿qué tal? - pregunta la que resulta ser mi madre.

- ¡Mamá! Bien, bueno más o menos - respondo sin ganas.

- ¿Estás bien? - pregunta preocupada.

- Sí, tranquila. ¿Vosotros qué tal? - pregunto intentando cambiar de tema.

- Bien, tu hermano un poco descontrolado y papá como siempre, con mucho trabajo. Se te echa mucho de menos por aquí. En ocasiones te necesitamos con nosotros. Papá es el que más sufre, porque eres su niña y estás muy lejos. Tu hermano se acuerda de ti, aunque no lo diga y yo...te amo con mi vida - dice llorando.

Un amor no tan fingidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora