CAPÍTULO 27

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Carolina

Ya estamos en el avion de camino a Florida. Estoy sentada en el asiento que está pegado a la ventana y James está a mi derecha.

- ¿Te encuentras bien? - pregunta James mirándome.

- Solo estoy algo nerviosa - respondo sincera.

- Tranquila, estoy aquí - añade dándome la mano.

- Quizás ese es el motivo por el cual estoy así. No sé cómo se lo tomarán mis padres...y estoy de los nervios - comento con una sonrisa nerviosa.

- No pasará nada. Cambiando de tema, ¿conoces a mi hermana pequeña Angela? - pregunta con una sonrisa.

- ¿Tienes una hermana? - pregunto asombrada.

- Sí, tiene 4 añitos - responde orgulloso.

- Qué mona - digo riéndome.

- Sí, aunque es muy traviesa. Pero lo que más me gusta de ella es que es muy espontánea. No piensa las cosas antes de decirlas. Lo peor es que a veces tiene razón en lo que dice y la gente se molesta o se alegra, depende de si es bueno o malo - me explica encogiéndose se hombros.

- Quiero conocerla, ya - digo y James suelta una carcajada.

- He pensado que podríamos ir a mi casa después de ver a tus padres - dice serio.

- Claro, sin problemas.

- Tendremos que fingir, ¿lo sabes? - pregunta lo suficientemente cerca como para besarme.

- Sí, lo sé - digo separándome bruscamente.

Pero no sirve de nada. De un momento a otro, ya siento la boca de James sobre la mía. Se separa y pasa su dedo pulgar por mis labios.

- Solo estaba asegurándome de que nos saliera bien el beso - dice sin quitar la mirada de mis labios.

- Voy...voy a intentar dormirme - anuncio retirando su mano de mí boca.

- Está bien. Descansa, amor - añade.

James

Está profundamente dormida. Me da cosa despertarla, pero estamos a punto de aterrizar en Florida.

Me acerco a su cuello e inhalo su dulce aroma a perfume. Su piel se estremece bajo mi leve tacto y despierta.

- ¿Qué hacías? - dice soñolienta frotándose el cuello.

- Derpertándote - respondo con una sonrisa.

- Claro, ¿y no había otra forma? - pregunta molesta.

- Es que esa es la más eficaz. Sé que el cuello es tu punto débil, amor - comento pícaro.

- A veces odio que las personas lleguen a conocerme tanto - añade, y el avión comienza la maniobra de aterrizaje.

- Yo odio el hecho de que no te permití conocerme a fondo hace tres años - digo en un susurro casi inaudible.

***

Nos costó un poco encontrar la maleta de Carolina, ya que había muchas parecidas, pero al final lo conseguimos.

El taxi en el que estamos ahora tardó más de 45 minutos en llegar al aeropuerto. Tiempo suficiente para que los nervios de mi "novia" aumentaran.

- ¿Quieres parar de mover la pierna? - pregunto cansado de que me golpee con la rodilla.

- Estoy muy nerviosa - responde mirándome.

Un amor no tan fingidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora