CAPÍTULO 1

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Carolina
                             
Son las ocho de la tarde y estoy esperando a que Daniel venga a recogerme porque habíamos quedado. No sé a dónde iremos, así que no me he arreglado mucho; simplemente unos vaqueros claros ajustados, una blusa blanca de tirantas y unas Vans blancas a juego.

Estoy mirando la hora en el móvil, cuando de repente, tocan a la puerta.

- Alicia me voy a dar una vuelta con Daniel. No sé a qué hora vendré, así que me llevo mi llave – le digo a mi compañera de habitación de la residencia.

- Vale, que te diviertas – me desea antes de que salga por la puerta.

Fuera está esperándome Daniel con unos vaqueros oscuros, una camiseta blanca y una americana negra.

- Vas demasiado guapa me parece a mí – dice mi novio.

- Tú también – le alago.

Cuando ya estamos en el coche de camino a algún sitio, le pregunto:

- ¿A dónde vamos?

- Es una sorpresa y no pienso decírtelo hasta que no lleguemos – asegura él guiñándome un ojo.

Llegamos a un restaurante italiano al que no había ido nunca.

Cuando entro, me enamoro al instante de él. Todo el mundo que está cenando va muy elegante, menos yo, que voy con unas Vans.

Nos ofrecen una mesa y nos sentamos uno en frente del otro. Empezamos a ojear la carta y todo es carísimo, pero tiene tan buena pinta....

- ¿Qué te parece? – me pregunta Daniel, lo que hace que salga de mis pensamientos sobre la comida y los precios.

- Es una pasada, pero ¿no te parece un poco caro? – cuestiono.

- La verdad que sí que es un poco caro, pero tiene todo tan buena pinta... que da igual lo que cueste porque voy a invitar yo – me reta, lo cual no estoy dispuesta a aceptar porque casi siempre paga él.

- No, de eso nada. Voy a pagar yo y se acabó la conversación – le contesto.

Justo en ese momento aparece el camarero y toma nota de lo que queremos cenar. Yo he elegido tortellini de queso con roquefort y Daniel ha pedido unos raviolis a la carbonara con un toque de pimienta junto con una botella de champán.

Primero nos traen el champán, el cual nos sirve el camarero.

- Este champán está exquisito – comenta Daniel. - ¿Seguro que no quieres, cariño?

- No gracias, sabes que no bebo y además si bebes tú, tengo que conducir yo – digo, porque es la verdad, aunque me pica un poco la curiosidad por conocer cómo sabe aquella bebida dorada con burbujitas.

- No te preocupes tanto y bebe un poco – sugiere mi chico.

- Bueno, voy a probar un poco, pero solo para que te calles ya – cedo y me sirvo un culín de champán en mi copa.

Al instante en el que mojo mis labios con esta bebida, pude darme cuenta de que Daniel tenía razón al decir que estaba exquisito.

Nos traen los platos y empezamos a comer. Todo está riquísimo y nos damos a probar entre nosotros.

No había probado unos tortellinis tan buenos como aquellos en mi vida, ni incluso los que hace mi madre, y eso ya es decir mucho.

Pedimos unos postres y nos terminamos de beber la botella entera de champán. Cuando nos dejan la cuenta sobre la mesa, a Daniel se le había subido el champán a la cabeza así que pago yo.

De camino a la residencia, vamos riéndonos todo el rato, ya que nos pusimos a hacer bromas con diferentes acentos; eso junto con la botella de champán, hace que no paremos de reír hasta llegar al ascensor en el que va un hombre gordo, el conserje de la residencia.

El ascensor es pequeño, así que Daniel y yo estamos demasiado pegados para mi gusto. Cuando nos bajamos, nos damos cuenta de que nos hemos bajado en la planta de Daniel, en la tercera, y no en la mía.

- ¿Quieres quedarte un rato en mi habitación? – cuestiona Dani muy lentamente.

- Y, ¿qué pasa con tu compañero? – pregunto en voz baja.

- Se ha cogido un apartamento aquí cerca, así que estaremos solos – responde él a la vez que abre la puerta.

La habitación es igual que la mía, solo que huele a hombre.

- ¿Quieres ver algo en la tele? – pregunta quitándose los zapatos.

- No, solo me apetece estar contigo – susurro, pero me pongo boca abajo en la cama para que no vea que me he puesto colorada.

- Llevamos tres años saliendo, ¿y todavía te avergüenzas cuando me dices eso? – pregunta en tono sarcástico.

- Pues sí porque... - no me da tiempo a terminar la frase, directamente me besa.

- Te quiero mucho Dani – le aseguro.

- Y yo a ti más – añade dándome un beso rápido en los labios.

- Mañana nos vemos, buenas noches.

- Buenas noches mi amor – me extraño tanto al oírle decirme esa palabra, amor, que me quedo mirándolo unos segundos y le doy un último beso.

Llego a mi habitación y Alicia tiene la televisión encendida aun que está dormida.

Apago la tele, enciendo la lámpara, me quito la ropa, me pongo el pijama y le envío un Whatsapp a Dani diciéndole que lo amo.

Gracias por todos los votos y leídos estoy súper ilusionada.

Si tienen alguna duda pregúntenme por privado.

Hasta la próxima

Kisses de xlocatisx

Un amor no tan fingidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora