"Perdón, Peter."
Beacon Hills. Estado de California. Estados Unidos.
Diciembre 27, 2019
Tenía tres opciones en ese momento; la primera era ir hasta la cocina y agarrar un cuchillo, la segunda era hacerle un interrogatorio de cómo demonios volvió a la vida y la tercera era correr a abrazarlo por buscar un consuelo.
Miró analizando a Peter, era obvio que no envejecería más, pero estaba con algo más de músculo que la última vez que lo vio.
Siempre tenía aquella cara de sarcasmo y de superioridad que lo caracterizaba, le pareció algo sumamente extraño el hecho de que él algún tiempo atrás había sido exactamente como el Hale.
Peter lo miraba también ya estando de pie, pendiente de cuál sería su reacción pero una nostalgia le embargó el alma y la mente al castaño para mirarle los ojos azules, recordando a Chris, que lo único que pudo hacer fue caminar hasta él para pasarle los brazos por la espalda, abrazándolo.
—¿Se supone que esto debería ser normal? —preguntó él mayor, extrañado correspondiendo la muestra de afecto.
—De verdad... siento lo que te hice, es que estaba tan envenenado en contra de Derek que no soportaba mirarte aquella vez que... hice eso, me estoy odiando por eso, por favor... —la voz de Stiles se estaba entrecortando mientras una lagrima rebelde se le escapaba del ojo, Peter lo chitó, negando con la cabeza.
—No llores Stiles, sabes que no me gustan los llorones. Y si te hace sentir mejor, yo sabía que me merecía aquel cartucho entre las cejas y gracias por la linda cicatriz en mí perfecta cara —explicó con humor, separando al menor de su cuerpo. Demonios, habían muchas cosas por hablar.
Ambos hombres se dirigieron al segundo piso para ir a la habitación principal que era la de Thalía. Cuándo entraron, Peter inspiró con fuerza dejándose llevar por el intenso aroma de su hermana a pesar de lo que había sucedido con ese lugar.
Se sentaron en la cama y Peter le lanzó una mirada que le decía que estaba tardando mucho en soltar el rollo y que se diera prisa.
Obviamente le contó todo, desde la estúpida razón de su huida a París hasta la muerte del último Argent —cosa que el lobo no dejó pasar por alto—, y todo lo que había sucedido con Derek y el tema de los mates.
Peter escuchaba atento y de vez en cuando preguntaba, a lo que Stiles le respondía sincero o por ser él, con algún sarcasmo. Ciertamente el aroma del alfa le hacía sentirse un poco mejor, así entendió que era él quien estaba en el bosque hace unas horas.
—Bueno, te seré sincero... me sorprende que mi sobrino se haya dejado manipular por sus instintos animales. En cierta medida me agrada y en otra no tanto, ¿pero como es que no me di cuenta antes cuando ustedes estaban en el instituto?
—Ninguno de los dos lo sabíamos en ese entonces, sólo manteníamos juntos porque sentíamos la necesidad y era aburrido cuando el otro no estaba... Hasta ahora todo vino a encajar y él se dio cuenta de eso por una carpeta que tenías en el computador.
—La de las páginas que estaban arrancadas de los libros... Pero hay una parte de allí que dice si una mitad de la unión muere, la otra también lo hace, es mentira.
—Esas mismas, luego practicó al ver una foto mía y el cambio sucedió... después de eso pues... me secuestró y todo lo que ya te conté —el mayor asintió, pensativo—. Y puedo saber ¿como volviste a la vida o en verdad no hay nada en este mundo que pueda mantenerte bajo tierra?