III

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"Pobres ingenuos."

Beacon Hills. Estado de California. Estados Unidos.

Septiembre 4, 2019

La noticia sobre el asesinato de Peter había sido raro, le había dolido porque fue su alfa y demás pero también lo consideraba como algo bueno.

Alguien menos de quién preocuparse.

Ya se habían graduado del instituto hace tres años, descontando a Liam que le quedaba uno. En esos tres años los problemas seguían azotando a la ciudad y pues, él no había pensado en universidad si seguía siendo el alfa.

Porque, de algo estaba seguro era que el clan de cazadores podría volver a ese lugar por lo que debía mantener su mente despejada. Y, sinceramente, estaba desinteresado por lo que le pasó a su ex alfa, y no quería entrar más en el tema.

Eso si, que no debía sentir tanta satisfacción porque fue una caza, y aunque no quisiera, seguían siendo una amenaza porque hace dos años habían cambiado el código que tenían, por el que tenían cuando conoció a Allison.

"Cazamos a quiénes nos cazan."

Y pues vaya que si se lo habían tomado al pie de la letra, tenía que ir a hablar con Chris para tratar de cambiar el código y que las cosas regresaran a la "normalidad".

Pero ese concepto que tiene de "normalidad" se ve refutado en el momento que Isaac menciona que extraña a Stiles o lo que seguramente estaría haciendo en ese momento.

Estuvo a punto de enfrentarse a Derek justo después de que Stiles salió por la puerta. Se sentía tan impotente porque a pesar de querer mandarlo a la mierda, no podía hacerlo debido que si necesitaban ayuda de alguien con experiencia, literalmente Scott no sabía qué hacer. Desafortunadamente no pudo hacer nada en contra de aquella escena en el loft de él.

Ese día, llegaron del psiquiatra y cada uno fue para su casa excepto Scott, que había ido donde su mejor amigo por una explicación y sobretodo con la buena noticia de que Peter estaba en París.

Al parecer la gente si habla cuando le clavan las garras en alguna parte.

Cuando llegó, encontró al sheriff y éste le preguntó por su hijo, el latino le respondió creyendo que estaba en casa. Sin embargo John le dijo que había ido a casa de Derek, pero que no había vuelto desde entonces.

No se alarmó en primera, supuso que su mejor amigo estaría por allí revoloteando cómo siempre hacía cada vez que quería estar sólo, de igual forma le llamó al celular.

Un timbre, dos timbres y nada. Repitió la acción unas quince veces pero no recibía respuesta por parte del castaño. Entonces si entró en pánico.

Avisó a toda la manada para buscarlo aunque era ya de noche, no le importaba, quería encontrar a su mejor amigo. El sheriff no salía de la comisaría mandando señales de alerta a todos los oficiales fuera de la ciudad, pero tampoco había mucha esperanza.

Al día siguiente, lograron rastrear el móvil y con una pequeña esperanza. Scott y su manada dieron con el aparato, pero éste estaba destruido.

John Stilinski dándose por vencido, había recaído en el alcohol aunque no tan profundo como él deseaba. Sin saber la ubicación de su hijo y tampoco su estado de salud, poco podría preocuparse de sí mismo ahora. Quería estar muerto para poder ver a su esposa y tal vez, volver a ver a Stiles, en un caso más extremo.

No obstante, Scott siguió buscando días y días después, rastreando su aroma pero sin ningún resultado. El cuarto de Stiles estaba de patas arriba porque trató de buscar cualquier cosa que le dijera lo que él ansiaba saber. Hasta que encontró un pequeño cofre con vidrios de distintos colores, se le fue el aire por un momento debido a que, él reconocía a quién le perteneció y sin dudarlo, abrió el cofre, encontrando un papel.

Era de Stiles.

"No trates de buscarme, Scott. Dile a mi padre que estaré bien. Supongo."

Se memorizó esas malditas palabras a sangre, con una pequeña esperanza de que su mejor amigo, su hermano pudiera regresar algún día.

Pasó un mes, seis meses. Un año, tres años.

Derek los veía correr de aquí para allá algo curioso, porque no creía que Stiles fuese capaz de escaparse así por así. Aunque de igual forma, lo agradecía, ya que no tendría que verle más la cara en todo ese tiempo. Así que con una sonrisa mirando su tv, dijo.

—Pobres ingenuos todos.

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