"La ropa es muy grande."
Beacon Hills. Estado de California. Estados Unidos.
Septiembre 22, 2019
Los ruidosos y constantes golpes a la puerta de su casa le hicieron despertar en suelo de la sala. Después de la paliza de Scott, Isaac volvió a curarle las heridas y estaba tan lastimado que no podía caminar muy bien, optando rendirse en el suelo.
La cabeza le dolía bastante y los malditos golpes no cesaban, se levantó con su característico ceño fruncido aparte del dolor en su cuerpo y se dispuso a abrir la puerta, encontrándose a un Scott realmente agitado.
—¡Secuestraron a Liam! —dijo con desespero mientras la voz se le hacía un hilo, el hoyo negro que tenía por corazón se le había estrujado un poco.
—¿Cómo se lo llevaron? —preguntó, haciéndole señas para entrar y se sentase más calmado, el menor obedeció.
No podía tenerle rencor por lo que Scott había hecho, pensó más de una y mil veces que se lo merecía y bastante. En parte se sentía bien de qué Scott haya defendido a alguien de su manada, aún así el agresor sea el mismo Derek.
Claro que él sabía por lo que pasaba. Cuando creyó que Stiles estaba secuestrado, no pudo evitar sentirse mal por aquello y que conste que eso fue antes de saber que era su compañero.
—Después de lo que pasó, yo lo seguí tratando de explicarle mi descontrol, pero el solo huía de mi. Tenía miedo de mí, ¿sabes que se siente que la persona que ames sienta miedo de ti?
Y por razones que él desconocía o si su lobo le estaba jugando una mala broma, todas y cada una de las escenas que había tenido con Stiles le atravesaron la mente, tratándose de un tsunami compuesto de hiperactividad, gemidos, lunares y una maldita nariz puntiaguda como una aguja, rió al recordar lo último.
—Entonces cuando lo alcancé, una sombra sale detrás de él y literalmente se lo estaba consumiendo. No pude hacer nada, maldita mierda.
Salió de su trance momentáneo, culpando a su lobo. Él era quien quería a Stiles, no su humano, pero debía admitir que no le gustaba cuando el castaño se sentía aterrizado por su forma de actuar.
Que golpe bajo que le había dado Scott.
—Si lo sé —susurró mientras pasaba un brazo por los hombros del menor—. Lo encontraremos, no te preocupes. —en eso, se levantó con dirección a la cocina para tomar algo. La puerta empezó a sacudirse de nuevo por los golpes. Scott corrió a abrir.
—¡Scott! Necesito tu ayuda. —dijo Damon, el menor le miró preguntando por qué y el ojiazul continuó—. Se llevaron a Stiles.
Y al terminar la frase, la mesa del comedor salía por la puerta hasta estrellarse en la sala, destrozando varias cosas a su paso. Damon se asustó un poco y Scott le dijo orgulloso.
—Es Derek.
—¡¿Qué?! —gruñó el ojiverde, mostrándose en la sala ya transformado.
Habían acordado no avisar a la policía porque sospechaban que no era alguien normal, pero eso les haría un tanto más difícil la búsqueda de Liam y Stiles. Por lo tanto, la única ayuda que les quedaba era Deaton. Porque Scott no supo a quién más acudir.
El latino a veces odiaba el hecho de que Stiles haya matado a Peter. Habría sido de gran ayuda.
El emisario bajaba todo tipo de pociones de varios estantes, con algo de impaciencia se mordía las uñas por no encontrar lo que necesitaba, Scott lo notó y el mayor se adelantó a responder.
—Necesito asegurarme si son lo que creo, también saber si se me han llevado alguna poción y no me he dado cuenta. —habló después de vaciar los estantes, acomodaba las pociones según parecía en orden alfabético. Se dirigió a una de las vitrinas y al fondo, abrió una caja, sacando varios papeles tipo pergamino. Extendiéndolos sobre la mesa.
—¿Qué es eso? —preguntaron los pelinegros a la vez, mirándose mal de igual forma.
—Son guías, parecidas al bestiario. Hace como dos o tres años, estuve en una excursión y descubrí un clan de brujas que utilizan el alma de la gente, y en especial a quiénes tienen lazos afectivos con un cambiante para pagar una deuda eterna a su dios.
—¿Y esa deuda es? —Scott se acercó para ver los pergaminos y se quedó embobado.
Literalmente eran más bellas que Liam.
—Inmortalidad y juventud. —Deaton respondió, chasqueando los dedos enfrente del alfa para que saliese del trance—. No te confíes, tienes más de quinientos años y sobretodo ese es su poder, engañan a los machos alfas de la relación para poder llevarse a quién sería la hembra. Las brujas pueden usar la belleza y demás atributos para atraer a sus presas, sólo he sabido de dos casos en que pudieron asesinarlas pero normalmente la mayoría de gente está en desventaja por todos los poderes que ellas poseen.
—Entonces en este caso serían Liam y Stiles. Vaya que concuerdan con la descripción. —se burló el ojiverde.
—Pero, ¿por qué se llevarían a Stiles? Si él no tiene algún lazo con un lobo.
—Eso es seguramente porque es mi compañero, es bastante obvio. ¿no? —Derek con suficiencia miró al ojiazul, hasta que Deaton lo corrigió.
—¡Oh no! Ese tema es lo más irrelevante en este momento, yo sé por qué se los digo. Quítate el collar Damon, por favor.
Rodó sus ojos mientras se quitaba el collar, acomodándolos esta vez mirando al menor de todos, Scott y Derek se quedaron sin palabras. Damon sonrió, Deaton siguió inmerso en las pociones que habían en la mesa hasta que notó que una faltaba. Luego continuó hablando:
—¡Demonios! —los presentes fijaron su vista en él de piel morena—. Se llevaron una, pero no recuerdo cuál es. —el sonido del celular de Derek los sobresaltó, atendiéndolo con su típico tono de "No joder".
—¿Qué quieres ahora Isaac? Estoy ocupado. —su cara cambió de enojo a preocupación en poco tiempo—. Voy para allá.
—¿Que sucede? —preguntó Scott.
—No tengo idea.
[...]
—¡Isaac! ¿Qué es lo que sucede? —caminaba lentamente por toda la casa, observando como todo se encontraba en perfecto orden y estado, demasiado perfecto a decir verdad. Reaccionó tarde cuando sintió el pinchazo en su pierna, se quitó el dardo con rapidez esperando que no le hiciera efecto.
Llegó un momento en el que se preguntaba por qué la ropa le estaba quedando tan grande. Se tocó la cara y su vello facial desapareció, trató de correr a un espejo pero su estatura se lo impedía debido a que sus pies se hacen más pequeños, luego de un rato consiguió llegar, mirando anonadado su reflejo.
Oh mierda.
***