Capitulo 4

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A la mañana siguiente no podíamos vernos a la cara, nos inundaba un enorme sentimiento de vergüenza, evitábamos cualquier contacto, de cualquier tipo entre nosotras. Escuche cuando Paola estaba bajando las escalares, arrastrando lo que se escuchaba como una maleta. Corrí a la entrada de la casa.

-¿A dónde vas?

-A mi casa.

-¿Por qué?

-¿Qué esperas que haga? Lo que ocurrió fue mi culpa, no soy capaz de controlar mis impulsos. De verdad, no puedo ni mirarte a los ojos, siento demasiada pena.

-Paola olvidemos eso, quizá yo estaba débil y tu confundida, no sé, pero no te vayas.

-Sí, pero igual me avergüenzo.

-Quédate por favor, somos amigas y podemos superar todo. No permitamos que esto nos afecte.

-Me quedare solo porque me lo has pedido.

Deje que se quedara en casa para que volviera a poner sus cosas en orden y me fui a la tienda. Llame a Samuel para vernos esa noche, quizá estar con él me ayudaría a superar todo el rollo de Paola, quedamos que él, me pasaría buscando por la tarde y así fue, así que nos fuimos a su casa en su auto. Solo recuerdo que empezamos a tomar unos tragos y en tan solo minutos ya estaba en su cama, siendo consumida por el placer que me proporcionaba su sexo, si era eso, solo sexo, también existía ese sentimiento de ser solo un objeto para diversión, realmente no me sentía amada, necesitaba algo más... Cuando estaba a punto de alcanzar la cima, mi cerebro colapso y de mi boca salió un pequeño y fino susurro que citaba el nombre de <<Paola>>, Samuel se detuvo y me miro desconcertado, mi rostro se tornó de muchos colores, cual camaleón.

-¿Qué es lo que has dicho?

-No lo sé.

-Escuche claramente Paola.

-Claro que no.

-No mientas Samantha, ¿Qué es lo que te ocurre?

-Lo siento, debo irme.

Tome mis cosas, me vestí y salí corriendo de la habitación, inundada de pena llamé a un taxi y le pedí que me llevara al sur de la cuidad, ahí se encontraba un terreno baldío donde sabía que podía estar sola. Cuando el taxi me dejo en aquel lugar ya era casi media noche, corrí sin parar, sin mirar atrás, por un largo tiempo, cuando no pude más me tire al piso y comencé a llorar sin parar, gritaba con mucha fuerza, sabía que nadie me escucharía.

-¡Maldita sea ¿Por qué a mí?!

Sola y sin hallar respuestas comencé a desahogarme conmigo misma, no tenía a nadie y esta vez Paola no era la persona correcta.

-Si ella es mi amiga, una mujer, entonces ¿Por qué la amo cómo amaría a un hombre? Esto va más allá de un amor de amistad, esto no lo había sentido nunca por nadie más, por ninguno de los hombres con los que he estado. Paola me distrae de cualquier cosa, no sale de mi mente.

Entonces comenzó a llover y mis lágrimas se unieron con las gotas de lluvia, borraron lo que me quedaba de maquillaje. Recordé que quizás algunas personas se preocupaban por mi. Encendí mi celular y tenía muchas llamadas perdidas, unas 5 de Carlos, 2 de mi madre, 3 de mi hermano y 20 llamadas de Paola. Todos parecían haberse preocupado por mí, llame a mi madre para asegurarme de que estuviera bien.

-Hola mama.

-Hija, ¿Dónde has estado?

-Salí a distraerme y olvide mi celular.

-¿Estás bien?

-Supongo que sí, ¿puedo quedarme en tu casa?

-Claro hija, ¿Dónde estás?

-Lejos, necesito que me busquen.

-Hablare con tu hermano para que te busque.

Debido a la efectividad de mi madre para gobernar a mi hermano Jesús, el ya venía en camino a dónde yo me encontraba. Espere que Jesús llegara, el había traído un abrigo y ya eran eso de las de las tres o cuatro de la madrugada, estuve llorando por más de dos horas, sin parar, no pensé que había sido tanto tiempo.

-Hermana, algo que te ocurre.

-No.

-Te conozco, si estuvieses bien no estarías aquí a estas horas.

-Solo son cosas.

-No te creo.

-Deberías creerme

-No te voy a presionar.

Tome mi celular y le envié un mensaje de texto a Paola para notificarle que me quedaría en casa de mi madre y que yo estaba bien. Cuando llegamos a casa de mi madre me acosté en lo que fue mi habitación y me quede dormida. Cuando desperté por la mañana mi madre no estaba y Jesús estaba con su novia, así que me fui a la tienda. Cuando llegue ahí estaba Paola y al verme corrió para abrazarme.

-¿Qué te ocurrió ayer?

-Nada.

-No mientas.

-Me quede con Samuel.

- Si claro, deja de mentir. Samuel fue en la madrugada a tu casa a buscarte.

-Bueno es que luego me fui de su casa sin decir nada.

-¿Y a dónde fuiste?

-Ya te dije que a la casa de mi madre.

-Samuel me miraba con cierto odio, parecía estar molesto.

-No hagas caso.

No quería ser grosera con ella, pero necesitaba suprimir esos sentimientos por más complicado y doloroso que fuera. Necesitaba alejarla de mí, tenerla cerca era una tortura pero sabía que si se iba seria como vivir en un infierno. Debía ser fuerte y acuchillar eso que sentía hacia Paola. No podía gustarme mi mejor amiga y menos una mujer.

¿Amigas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora