Capitulo 12

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   Por fin había llegado el día, ya estábamos en el aeropuerto, listas para emprender el primeo de muchos viajes como parejas, juntas, felices…

    -¿Estas feliz?

    -Mucho.

    -¿Recuerdas qué te había prometido llevarte a Bélgica?

    -Nada de lo que ocurra a tu lado podre olvidarlo.

    -Samantha, prométeme que…

    -Sé lo que me pedirás, puedes estar tranquila.

    -Te amo.

    -Yo también te amo.

     Escuchamos cuando la operadora ordeno a los pasajeros del vuelo 305”, abordar el avión. Minutos después, ya estábamos a punto de despegar, y al cabo de unas horas ya estábamos aterrizando en Bruselas. Al salir del aeropuerto, había un taxi esperando por nosotras, él nos llevaría directo al hotel en el que nos hospedaríamos. Para cuando llegamos, ya eran poco más de las siete de la noche, estábamos bastante agotadas, pero eso no impediría que disfrutásemos la noche, nuestra primera noche en tan hermoso lugar. Paola llamo a la recepción para pedir la supuesta cena. Pero que cena, fresas, chocolate y champaña.

    -Paola, eso no es una cena.

    -Lo sé.

    -¿Entonces que comeremos?

    -A ti.

    -Eso sería canibalismo.

    -Oh, ¿de verdad?

    -Sí.

    -Entonces seré caníbal.

    Tocaron la puerta de la habitación, por lo visto en ese hotel eran bastante rápidos y eficaces. Paola corrió a recibir su “cena”.

    -¿Lista?

    -¿Para qué?

    -Ay no te hagas.

    -¿De qué hablas?

    -Ven, vamos a ducharnos.

    Entramos al baño juntas, ya me imaginaba las intenciones de Paola, así que le seguí el juego. Cada una fue desvistiendo a la otra, prenda por prenda, dejando al descubierto cada centímetro de nuestros cuerpos. Admirando la belleza una de la otra. Nos dirigimos a la ducha y dejamos caer el agua tibia sobre nosotras. Empezamos a reír mientras nos hacíamos cosquillas, una se encargó de enjabonar a la otra, y de hacer caricias mientras nos duchábamos juntas. Así, hasta que salimos de la ducha, secamos nuestros cuerpos y nos fuimos a la habitación, que era bastante grande.

    -¿Quiere usted una copa, señorita Miller?

    -Oh claro, si es usted tan amable.

    -Permítame y le sirvo- decía mientras llenaba mi copa de tan visiblemente deliciosa champaña-

    -Gracias.

    -Estoy para complacer sus deseos esta noche.

    -Vaya, no había pedido este servicio.

    -Pues una bienvenida. ¿Desea usted quitarse la bata de baño?

    -¿De verdad debo seguir el juego?-Le pregunte entre sonriente-

   -Shhh, solo continúa. –dijo susurrando-

    Así que continúe con el juego, me parecía divertido, al fin y al cabo jamás lo hacíamos, esto debía ser diferente, Paola siempre buscaba de sorprenderme. Tome mi champaña y continúe.

   -Oh, por favor. –y me quité la bata, quedando al desnudo-

   -Que hermoso cuerpo tiene usted señorita Miller.

    -Muchas gracias, pero no es tan hermoso como dice.

    -Solo déjeme hacerle sentir bien.

    -Pues creo que no tengo de otra.

    Me tiro a la cama, colocándome boca arriba, y comenzó a regar el chocolate en mi cuerpo, haciendo perfectas y continúas líneas en el, alrededor de mis senos, de mi ombligo, de mi vientre, de mis piernas… tomo una de las fresas y comenzó a pasarla por el chocolate que estaba en mi pecho, comiéndola, y dando pequeños mordiscos a la afrodisiaca fruta mientras me miraba, ya había tomado esa actitud seductora que tanto me gustaba. Como si fuera poco, se tumbó sobre mí y empezó a lamer el chocolate que estaba en mi cuerpo, el de mis piernas, pasando por mi muslo, llegando a mi vientre, hasta llegar a mis senos; esto último provoco que mi cuerpo se erizara, pero ya yo estaba empezando a segarme por el placer que me proporcionaba, lo que me hacía perder el habla, prácticamente. Lo comió todo, no dejo rastros del chocolate en mi piel, y luego llegó a mis labios, para darme un profundo y excitante beso francés; mi entre pierna ardía como seguramente arde el infierno, estaba empezando a desesperarme, pero debía dejarla hacer lo que quisiera, ella tenía mucho planificado supongo, solo debía esperar.

    Luego empezó a masajear mi cuerpo con sus suaves y delicadas manos. Si, cada vez me hacía sentir mejor, pero no aguante más.

   -Hazlo ya, por favor, apresúrate, te deseo.

    Y entro en mí, sus dedos entraron en mí, nada mejor que tener algo que tanto deseabas, hace que todo sea más placentero, y yo esto lo deseaba. Se sentía tan bien, empezó a moverlos suavemente.

   -Poco más…

    Acelero su ritmo, luego los sacos y poso su lengua en mi vagina. Vamos sin rodeos, nada me gustaba más que el sexo oral, mejor aun viniendo de una mujer, de tal mujer. Solo nosotras sabíamos cómo llegar al punto exacto de placer de la otra. Empecé a contraer mi vientre y a moverme de manera brusca, símbolo de que mi orgasmo llegaría ponto. Paola al percatarse de mi actitud, volvió a introducir sus dedos en mí, sin quitar su lengua de mi clítoris, esto si me haría llegar al cielo, fuerte y rápido movía sus dedos en mí; hasta que llego, un grito de placer y la cascada de humedad dejaron claro que había tenido unos de los mejores orgasmos de toda mi puta vida.

    ¿Cómo demonios es que esta mujer podía hacerme esto? Quede relativamente inconsciente unos segundos…

    -¿Esta bien señorita Miller?

    -¿Qué crees usted?

    -Que es hora de que esto se ponga mejor, aquí no ha acabado nada, solo es el comienzo de esta larga y placentera noche. 

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