Capitulo 7

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     Un rayo de luz me despertó de mi profundo sueño, ya era lunes por la mañana y yo debía ir a trabajar. Ya se me había hecho muy tarde, así que desperté, cepille mis dientes, tome mi abrigo y salí de casa. Me sentía tan feliz aquella mañana, tenía ese presentimiento de que sería un gran día. Cuando llegue a la tienda, por suerte ninguno de los empleados había llegado, pero vi cuando el carro de Paola se acercaba a un poco mas de una cuadra; baje rápido del auto y entre a la tienda para cambiarme, yo tenía algo de ropa guardada en mi oficina. entre al baño para cambiarme pero cuando me estaba cambiando en el baño de la oficina, Paola entro y me vio parcialmente desnuda, solo tenía mi panty puesta; mis senos y el resto de mi cuerpo estaban totalmente descubiertos. Creo que al ver a Paola, mi cuerpo cambio de colores, me sentía tan apenada, no sabía qué hacer. Con mis manos tape mis senos y Paola solo me miraba, se fue acercando lentamente a mí y quito mis manos de mi pecho, me miro de nuevo y me dijo:

     -No te tapes, quiero y necesito verte.

     No supe que responder, así que solo le sonreí, ella rodeo mi espalda con sus brazos y me beso, intensamente, liberando aquel sentimiento de excitación en mí. Sin mediar palabras, solo uniendo nuestros labios, salimos del baño a la oficina, me senté sobre el escritorio mientras le quitaba la camisa a Paola, podía sentir como se aceleraba mi corazón y también escuchaba latir el de Paola, estábamos muy aceleradas. Mi piel estaba completamente erizada, no podía evitar que aquella sensación recorriera mi cuerpo cada vez que Paola tocaba mis piernas, mis brazos, mi espalda mi cuerpo, mis cuatro labios… quedamos totalmente desnudas, mirándonos una a la otra, su cuerpo era hermoso, deslumbrante y perfecto, vi como sus pezones se erectaban cada vez más, era imposible no excitarse al ver semejante belleza plasmada en piel.  Quizá es un poco empalagoso hablar de la perfección de Paola, pero ¿Cómo no hacerlo? Si la tenía para mí, quizá no por siempre, pero en ese momento era solo mía. Su monte de venus conducía al paraíso, literalmente, que seguramente se volvería mi adicción despues de aquel dia. Sentí como sus labios empezaron a recorrer mi cuerpo, yendo más allá de mi cuello, solo me deje poseer por ella y me deje llevar por sus movimientos. Llego a mis senos y fue cuando sentí que tenía que detenerse porque si no yo explotaría de deseo por ella, mi cuerpo estaba totalmente acelerado y sediendo, sediento de ella, de sus caricias, pero el deseo y el placer  no me permitan hablar. Sus suaves y delicadas mordidas me elevaban cada vez más. Cuando beso mi vientre, caí al escritorio, totalmente entregada a ella, a sus manos, a su boca…

     Mis piernas cedieron a sus peticiones, se fueron abriendo lentamente mientras ella hacia contacto con mi sexo, ese roce entre su lengua y mi clítoris hizo que mi cuerpo tomara acciones involuntarias, Paola solo me miraba mientras me hacía llegar al cielo. Los movimientos que hacía con su lengua simulaban escribir una historia, una larga y dramática historia. No puede contenerlo más, deje escapar un grito de placer, signo de que mi orgasmo había llegado, sentí que había viajado a otro mundo jamás explorado por algun ser humano. Pero un beso de ella en mi boca me hizo volver en sí. Ella se separó de mí, mirándome, ahora yo quería ser quien le suministrara esa dosis de placer. Aunque yo solo me había dejado llevar, no sabía qué hacer, jamás había vivido algo similar con una mujer, pero no podía negar que ese fue el mejor sexo oral que recibí en mi vida, comence a besarla, a tocarla...

     Escuchamos la puerta de la tienda abrirse, pero no sabíamos quién era, pues solo nosotras teníamos la llave de dicha puerta. Corrimos a vestirnos, estábamos aún muy excitadas y por lo tanto algo agitadas, sentimos tanto miedo, podían descubrirnos. A pesar de que había dejado atrás mis prejuicios, no quería que nadie se enterara aun. Al menos la puerta de la oficina tenia seguro, eso nos permitió calmarnos un poco y nos dio tiempo para arreglarnos rápido, mi cabellos estaba bastante desarreglado y mi cara tenía el color de un tomate, estaba bastante colorada y brillante por el sudor de mi piel, respire profundo, abrí la puerta y Salí. Quede totalmente paralizada al ver que era Carlos quien había entrado a la tienda, pero ¿como demonios había entrado?. Para disfrazar un poco mi asombro y preocupación, intente dirigirme a el para conversar.

    -¿Qué haces aquí?

    -Buenos días, pues…

    -Ay dejemos las  formalidades que sabes bien que no quiero ni verte.

    -Pero mi vida, estoy aquí para pedirte perdón por mi actitud, no quiero dejarte Samantha, yo te amo.

    -Mira muy lindo todo, pero yo no quiero seguir contigo.

    -¿Qué tienes, porque estas a la defensiva?

    -No tengo nada, además estoy muy normal.

     En ese momento Paola salió de la oficina y también note en su rostro la impresión al ver a Carlos. pero ella era experta en esconder lo que pensaba de una persona.

    -Hola, ¿Qué haces por acá?- le dijo Paola.

   -Vine a disculparme con Samantha, por cierto, amor te traje esto- y saco un ramo de enormes rosas rojas.

    Paola se disgusto mucho, al menos eso fue lo que me indico con su gesto facial, salió de la tienda sin decir nada, sin mediar palabras.

    -Carlos está muy lindo, pero puedes quedartelo, no lo quiero, no quiero nada que venga de ti. No quiero estar más contigo

    -Pero…

    -Sin peros Carlos. Ahora necesito que te retires.

    -Ya verás Samantha no descansare hasta tenerte, hasta que vuelvas a ser para mí. Tu no seras feliz con nadie más.

    -No quiero volver a ser grosera contigo, vete ya por favor.

     Carlos salió de la tienda convertido en una fiera, estaba bastante molesto, pero no me importaba. Salí corriendo a ver dónde estaba Paola, pero no la vi, se había marchado sin decir a donde. Yo la necesitaba, pero seguro estaba muy enfada conmigo ahora. Solo me importaba saber adónde había ido Paola.

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