Capitulo 24

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                No quería volver a casa, quería distraerme, necesitaba alejar de mi mente la actitud de mi padre, que por más que ya sabía lo que pasaría no dejaba de dolerme y afectarme. Pero, no podía hacer nada al respecto, solo esperar a ver si se le pasaba la ira y razonaba, para darse cuenta de que si me amaba realmente debía aceptarme.

                Le dije a Paola para ir a cenar a un restarurante y ella sin problema alguno accedió sin problema alguno, imagino tambin se encontrab un poco afectada por lo ocurrido o por lo menos queria brindarme apoyo.

                -¿Qué comeremos?

                -No lo sé, pero no me caería mal un par de copas.

                -Conozco un lugar amor, luego hacemos otra cosa.

                -¿Qué cosa?

                -No preguntes, solo vamos.

                Llegamos a un  Bar que quedaba un poco retirado del centro de la ciudad, jamás lo había visto y no tenía la mínima idea de cómo Paola lo conocía, pero no importaba, me gustaba, era lindo, elegante y bastante acogedor. Al pasar al bar, tomamos asiento, bueno, nos asignaron una mesa un poco alejada de los demás, de hecho, el bar tenia lugares que parecían cubículos, pero solo cubiertos por enormes cortinas de seda, y justo nos dieron uno de esos, la luz era tenue lo que creaba una sensación de tranquilidad.

                Yo no estaba para tragos suaves, así que pedí una vodka, pura. Paola pidió un wisky, y en cuestión de cinco minutos ya  teníamos lo tragos en la mesa, y por ser los primeros no nos duraron más de dos minutos, y así vinieron uno tras otro… finalmente, sin darnos cuenta ya habían transcurrido más de cuatro horas en ese lugar, y ya el alcohol empezaba a hacernos efecto. Así que, Paola pidió la cuenta, era un poco alta, al parecer habíamos bebido más de 2 botellas cada una, pero valió la apena, ella no se demoró en pagar; salimos del bar tomadas de la mano, caminamos hasta el auto y subimos. Habíamos acordado ir a casa, así que tomamos el camino a la autopista, pero estaban realizando trabajos en la vía así que eso nos olbigo a tomar un desvió, era un camino un poco más largo de lo habitual. Mientras circulábamos por la calles en el auto vimos un aviso de una Sex-Shop, y Paola me miro a los ojos con una evidente picardía en su cara. Giro el volante y se estaciono frente a la tienda.

                -Mí amor, espera, no quiero entrar ahí, me da pena, no necesitamos eso.

                -Shhhhh, calla.

                -Hablo en serio Paola.

                Sin importarle lo que yo dijera me halo de un brazo y me adentro a la tienda,  no voy a negar que apenas entre me recorrió una extraña sensación por la piernas. Mis ojos se deslumbraron ante tantas cosas que no había visto jamás. Juguetes de todo tipo… sinceramente jamás terminaría de describir todo lo que habia ahi. Paola me soltó la mano y se acercó a una estantería, no pude evitar seguirla, allí había un montón de consoladores, de cualquier tamaño, color forma y función. Ella me miro de arriba abajo y tomo un consolador de penetración doble sin arnés, siguió caminando y tomo unas esposas plateadas, un látigo, o algo parecido, especial para eso, que según el empaque tenia vibración en las puntas, además, tomo un envase de lubricante, un aceite de masajes, un antifaz, y un montón de cosas más. Se acercó a la caja sin pena alguna, pero yo no podía levantar la mirada, así que preferí esperarla en el auto mientras ella pagaba. Entre risas salió de la tienda, camino al auto y se subió, coloco la bolsa en el asiento trasero y encendió el auto, no me miro, no dijo nada, solo condujo y por lo menos 10 cuadras después se detuvo frente a un hotel, uno de los mejores, hecho específicamente para aquellos con fantasías tan intensas y oscuras que no podian cumplir en su hogar.

¿Amigas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora