Capitulo 27

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                 Sonó el teléfono justo a las seis de la mañana; baje corriendo las escaleras para contestar la llamada, pero no llegue a tiempo, así que me quede sentada en el sofá esperando que volvieran a llamar, y así fue, no habían pasado ni cinco minutos cuando volvió a repicar. Conteste.

                -¿Samantha?

                -Sí, ¿Quién habla?

                -Hija soy tu madre ¿Podrás venir esta noche?

                -¿Para ver al ogro de tu esposo? No mamá, no pienso aguantar sus gritos.

                -Ya hemos hablado, por eso te llamo, para que vengas.

                -Está claro que iré con Paola.

                -Es la idea. Te veo por la noche.

                -Está bien.

                Ya no iba a poder dormir de nuevo así que me decidí por preparar el desayuno, así todo ya estaría listo cuando Paola despertara. Prepare unas tostadas, jugo de naranja y una ensalada de frutas; puse la mesa y cuando culmine y mire a la puerta de la cocina ella estaba ahí, viéndome con  una hermosa sonrisa en el rostro, no sabía por cuanto tiempo había estado ahí. Pero verla sonreír de esa manera me hacía enamorarme mil veces más por segundo; me sentía bendecida porque la mujer más perfecta del mundo era mi esposa, era mía, Paola era el complemento de mi alma, el combustible que hacia funcionar mi maquina a vapor , me hacia  viajar a través de 3 dimensiones…. Desconocidas para todo ser humano; porque solo las conocía yo. La primera era la que me llenaba el cuerpo de una energía sensacional, la que me hacía erizar cada vello de mi piel, la que liberaba altas dosis de serotonina en mi cerebro; me ponía a latir el corazón como late el de un recién nacido, literalmente esa dimensión era como el frenesí de emociones. Seguidamente entraba en la otra fase, o lo que yo defino como dimensión; en esta mis ojos se volvían brillantes, me llenaba un sentimiento de felicidad, deseo, euforia, confianza, satisfacción… en sí, me sentía como en estado de excitación emocional que necesitaba liberar y para esto llegaba la última etapa. Finalmente entraba en el clímax; el punto de mayor intensidad. El clímax incluía en mí, la explosión de mis sentimientos, la liberación de lo mágico, la fuerza del amor y dejaba claro la influencia que tenía Paola sobre mí ser. Cualquiera que lea esto podría decir que es una especie de utopía; pero yo hasta la muerte defenderia mi travesía.  Para mí era real, era mi realidad, y apostaría cualquier cosa que cada persona que se haya enamorado o que este enamorada  ha vivido algo muy similar, solo que cada persona lo va a describir de manera diferente

                Volviendo al momento… Paola se sentó en la silla que estaba al lado izquierdo de la mesa. Mientras tomaba asiento, me miraba y no dejaba de sonreír, los ojos le brillaban. Yo solo culmine de colocar los utensilios en la mesa y me senté frente a ella, correspondiéndole la sonrisa. Nuestros pies se rozaban bajo la mesa; Paola dejo escapar una suave risa y me aventó un beso para seguidamente darle un sorbo al vaso de jugo.

                -¿Sabes algo?

                -No, no lo sé porque no me has dicho, mi amor.

                -Graciosita-dijo entre risas-

                -¡Y eso te encanta! –Exclame mirándola seductoramente.

                -Te amo….

                -¡Ay Paola, yo también…! –Quise exclamar tiernamente un “te amo”, pero ella me interrumpió.

                -¡Shhhh! Déjame culminar. –Y asentí con la cabeza- Te amo como ya no se ama en este mundo, te amo más cada segundo, te amo con más fuerza cada minuto, te amo como si no hubiera mañana, te amo como si nada importara, te amo de una manera que jamás podrás medir, porque no existe limites en mi amor. Amo cuando despierto en la madrugada y estas ahí en la cama, a mi lado, amo cuando me tienes en tus brazos, amo cuando me besas y mis labios se fusionan con tus labios, amo cuando acaricias mi rostro, amo cuando tomas mis manos, amo mi presente a tu lado, amo imaginar un futuro a tu lado.

                Sentí que mi corazón se iba a salir de mi pecho, comencé a sudar, se me hizo un nudo en la garganta y lágrimas de felicidad brotaban de mis ojos. Era lo más hermoso que me había dicho, no sabía cómo reaccionar ante tales palabras, así que solo me levante de la silla y me pare a su lado; ella giro y me tomo de las manos. En ese momento me incline y la abrace, muy fuerte, como nunca antes. Yo no podía dejar de llorar, me sentía tan feliz, tan amada…. Ella solo me abrazaba sin decir una sola palabra. Seguidamente me subí a sus piernas y  la mire a los ojos, le di un beso y luego me quede en silencio viéndola.

                -Quiero un bebé.

                -¿What?-En su rostro reinaba el asombro-

                -Si mi amor, quiero que seamos madres.

                -Pero Samantha…

                -¿No quieres?

                -Si quiero mi vida, claro que quiero. A tu lado quiero todo. Pero ¿Estas segura de esto?

                -Claro que lo estoy, por algo te lo estoy diciendo Paola.

                -Entonces… seremos madres.

                Deje escapar un grito y volví a llorar pero esta vez con mucha euforia; ella solo me miraba y sonreía; sonreía mientras yo pegaba brincos y la besaba cada vez que mis pies volvían  a tocar el piso. Me sentía decidida a dar ese gran paso.

                -Samantha, mi amor ¿Podemos seguir comiendo? Es que traigo un apetito voraz.

                -Claro que si- Dije entre risas.-

                Para disipar la emoción del momento mi celular sonó, era del hospital en el que estaba Carlos. Habían llamado para pedir que fuésemos a firmas algunos documentos… y a verlo, porque ya había despertado. 

¿Amigas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora