Capitulo 20

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                -Una botella de su mejor vino por favor.

                -¿Algo más señorita?

                -No creo que pueda darme lo que quiero.

                Era lo último de la noche, el vino. Que hermosa había sido esa cena, tal como lo deseaba, Paola estaba muy feliz y pues al parecer ya todo estaba quedando atrás, y yo acababa de aprender que eso no debía volverlo a hacer jamás, aunque así lo pidiera ella. Salimos de Le Marmiton, y Paola, eufórica salió corriendo a la mitad de la calle, estaba lloviendo y ella quería un beso bajo la lluvia, y pues como era bastante tarde, no pasaban casi autos por ese lugar. La bese, intensamente, y algunos turistas que estaban cerca, se quedaron viendo un poco extraño, pero no hicieron caso, al parecer era bastante normal. Paola recordó que había dejado el abrigo en Le Marmiton, y regreso corriendo a buscarlo. Solo recuerdo un gran golpe en mis piernas, mi mente quedo en blanco, y para cuando volví a despertar estaba en una ambulancia, con Paola a mi lado, llorando y algunos paramédicos a los que no les entendía absolutamente nada. Veía todo borroso, tenía una mascarilla en el rostro y un paramédico apretando una bolsa de aire que estaba unida a ella. Intente levantarme y no podía, estaba inmovilizada. Paola lloraba mucho, no entendía que estaba pasando. Mi mente volvió a quedar en blanco.

***

                -Por favor amor, despierta. Samantha, no me dejes sola, te necesito…

                Podía escuchar a Paola, pero muy lejos; también escuche el sonido de una puerta abrirse, y poco a poco fui abriendo mis ojos, pude ver a mi esposa sonreír con los ojos llenos de lágrimas, pregunte que pasaba pero la Dra. Elena (así decía su bata) me indico cerrar la boca. Era bastante hermosa, muy blanca, de cabello oscuro y ojos claros, se le notaba a leguas que era latina, y por fin alguien con quien podía hablar con claridad.

                -No tenemos nada grave, logramos detener la hemorragia interna. Su recuperación será rápida si pone de su parte. Es una excelente noticia que haya despertado, podrá irse en dos días si todo marcha bien.

                -Un momento, necesito me expliquen lo que ocurrió.

                -Preocúpese por eso luego, soy la Dra. Elena, su médico tratante, he estado atendiéndole desde hace 3 días, desde que usted tuvo el accidente.

                -¿3 días? ¿Accidente? Paola, explícame.

                -No, su… esposa le explicara luego su parte. Le diré que ocurre en su cuerpo. Debido al impacto que sufrió usted con la motocicleta, su brazo esta fracturado, tranquila, volverá a funcionar perfectamente con ayuda de rehabilitación  y tratamientos. Lo que si fue más grave fue la lesión en el bazo, por ello la hemorragia interna, pero logramos detenerla a tiempo, la cicatrización es lenta, debe guardar reposo, vuelva a su país al cabo de una semana.

                -Oh, gracias. ¿Podría hablar en castellano?

                -Buenas noches, señoritas.

                No comprendí muy bien, era demasiado para digerir. Así que mire a Paola y le dije.

                -Que tipa más gruñona.

                -No lo es Samantha, está cansada,  lleva tres noches pegada a ti, cuando no estoy ella se queda contigo, ya que no podías estar sola.

                -Ay qué lindo gesto. Me quiero ir.

                -Deja el sarcasmo, grosera. De aquí no te vas hasta que ella lo diga.

                Había pasado tres días en una clínica, aun me quedaban dos días más y una sola semana en Bélgica, durante la cual debía esta de reposo. Sentí que estaba arruinando todo, pero por más que insistiera en irme, Paola no cedió. No me quedo de otra que permanecer ahí. Recuerdo que esa noche, Paola debió irse por un momento al Hotel, y la Dra. Elena se ofreció a quedarse ahí, conmigo. Se sentó a mi lado, y comenzamos a charlar.

                -¿De dónde es usted?

                -Yo vengo de México.

                -¿Y que hace acá en Belgica?

                -La medicina, y los estudios me trajeron hasta acá, llevo 8 años viviendo aquí.

                -Que interesante, perdone ser grosera esta tarde.

                -Tranquila, es una reacción común en los pacientes con el tipo de traumatismo que tuvo usted.

                -¿Está casada, tiene hijos?

                -No y no.

                -¿Por qué?

                -No es fácil encontrar una mujer que se adapte a este ritmo de vida.

                -Acaso….

                -Sí, pero sin etiquetas por favor.

                -Oh tranquila, está usted frente a una.

                Y ambas reímos juntas, al parecer era bastante agradable esta doctora, y al levantarse para irse, se despidió con un beso en la mejilla, por alguna razón eso coloro mis pómulos, y me puse nerviosa. Paola llego, por lo menos diez minutos después y se quedó a mi lado toda la noche. Y todo el día siguiente… y así llego el día en que debía irme, y Elena se acercó a mi habitación. Me miro a los ojos y me abrazo y al oído me dijo “Ojala no estuvieses casada”, me dio un beso muy cercano a mis labios y me soltó, se dio la vuelta y se fue.  Eso confieso que me dolió un poco, no sé porque, no entendía, ella en dos días empezó a importarme, así que le deje mi correo, para poder hablar en un futuro, cuando volviera a mi hogar. Paola y yo salimos directo al Hotel, detestaba no poder mover mi brazo y me sentía agotada, ya quería irme. Así que empezamos a movilizar trámites para volver antes de lo previsto a casa.

                Decidimos salir al día siguiente a comprar algunas cosas para llevar a casa y unos presentes para la familia. Caminamos mucho, pero paso a paso, ya que yo estaba bastante adolorida, fuimos a comer un helado y por la noche a cenar, el vuelo salía a las diez de la mañana del día próximo. 

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