¿Amigas?

56.9K 857 72
                                    

Ahí estaba otra vez, con la mirada perdida en el espacio; pensando en lo lejanamente posible. Repentinamente escucho la puerta de la tienda abrirse, pensé que era algún cliente, así que no levante la mirada y continue concentrada en mis asuntos, pero ese intenso abrazo me impide continuar. Ese olor inconfundible que me seducía y me encantaba. Solo una persona en la tierra podía emanar dicho olor, con ese particular y fascinante olor supe que era Paola, esa suave piel y ese cabello tan abundante como el mar y brillante como el sol.

-¿Dónde demonios has estado todo este tiempo? Llevo tiempo buscándote amiga.

- Me conoces, siempre busco la libertad y la hermosura del planeta.

- Si pero eso no me dice nada.

- Bélgica, tengo mucho por contarte.

Paola espera mientras yo cierro la tienda, para irnos a tomar un café y dialogar. Sin esperar más y con ansias de contarnos nuestras vidas, tomamos un taxi y nos fuimos a un café que estaba en el centro de la ciudad. Mientras estábamos en el taxi, nos inundaba un silencio un poco incómodo, había cierta tensión que por alguna razón no tenía un "¿por qué?".

-¿Qué hacías en Bélgica, como diste a parar allá?

-No sé, primero viaje a Argentina, ahí conocí a unos chicos espectaculares, que al cabo de un par de semanas decidimos irnos a Bélgica y...

Era extraño no poder concentrarme en su historia, no porque no fuese interesante, eran sus labios que me distraían, solo podía concentrarme en mirarlos.

Paola y yo nos conocimos cuando tenía 6 años y ella 7, recuerdo que fue en el primer día de escuela, era una niña muy callada y no se le acercaba a nadie; sin importarme nada e inundada por la inocencia infantil me le acerque y desde ese día nuestra amistad crece y se fortalece.

-¡Hey Samantha! ¿Me estas prestando atención?

-Lo siento, me distraje.

-¿Qué pensabas?

-Pues, lo lindo que sería ir a Bélgica contigo.

-Ah, obvio te voy a llevar eres mi mejor amiga, mi casi hermana. Vamos a ir.

-Bueno.

-No me has dicho nada de ti.

-No hay mucho que decir.

-Oh vamos Samantha no eres ninguna santa ¿Qué has hecho?

-Bueno ya que insistes.

-Sí, cuenta.

-Termine con Álvaro, un par de días después de tu misteriosa "desaparición".

-Que lastima.

-Si bueno no me importaba.

-¡Grrr! Cruel.

- Ahora estoy con Carlos, pero me está aburriendo, así que me distraigo con Samuel.

-Jamás cambiaras Samantha, pero equis los hombres merecen ser tratados así.

Luego de tanto tiempo sin vernos, decidimos irnos a mi casa, para ver algunas películas y pasar la noche juntas. Al llegar a casa pusimos una película muy romántica, esos eran los gustos de ella. Paola se quedo en ropa interior, una linda ropa que le quedaba hermosa. Mientras yo, como siempre y como bicho raro, me puse una camisa, un mono y una bata de baño.

-Samantha ¿Qué es eso? eres hermosa, quítate toda esa mierda de encima.

-No, así estoy bien, déjame.

-Ya te he dicho que es horrible ¡quítatelo!

-Cielos Paola, así estoy cómoda.

-Pareces un oso polar.

-Claro que no, estúpida.

-¿Tienes la osadía de negarlo y llamarme estúpida?

-Pues sí.

-Ah.

No ha pasado ni un segundo cuando ya estoy en el piso y con ella sobre mí, provocándome una muerte lenta por las cosquillas. Por suerte solo logro quitarme la bata de baño.

-¡Basta!

-Ok, pero quiero qué te quites la camisa.

-No lo hare.

-¡Hazlo!

-¡No!

-Bueno. *se levanta del sofá*

-¡Para! Lo haré.

-Así es, obedéceme.

Con mi cuerpo inundado con aquel sentimiento de pena, me quito la camisa. Pero su mirada me indica que debo continuar. Así, que decido quedarme en ropa interior.

-Estas muy hermosa, si fuese hombre te embarazaría.

-Eres una babosa.

Después de calmarnos yo tomo el recipiente de las palomitas y me tiro al sofá, junto a ella. Luego de un rato noto el cansancio en su cara y le propongo ir al cuarto, así que apago la TV y nos vamos a la cama, Nos acostamos juntas y nos quedamos dormidas. 

Por la mañana siguiente, yo me encontraba tendida en mi cama, quizás soñando, soñando con...

-¡Samantha apúrate voy a morir!

Escuchar sus gritos me despertó bruscamente y en tan solo segundos ya estaba en la cocina.

-¿Qué te pasa?

-No tienes mermelada, voy a asesinarte.

-Pareces una esquizofrénica, me asustaste no grites así a menos que sea algo de carácter serio. Y si, si hay mermelada, está en la despensa.

-Te amo amiga.

-Yo te odio.

Le pedí que me acompañara a la tienda, una de mis empleadas había enfermado y yo necesitaría algo de ayuda. Así que nos arreglamos y nos fuimos a trabajar. El día en la tienda fue muy agotador así que decidí cerrar a eso de las 6:00 pm para irnos a casa.

-¿Puedo quedarme en tu casa?

-Claro, siempre puedes.

-No hablo de hoy, sino de un tiempo considerado.

-¿Qué paso con tus padres?

-Viajaran mañana.

-Ah, claro amiga, el tiempo que necesites.

-Gracias.

Decidimos pasar por su departamento. A buscar su ropa y a despedirnos de sus padres, ella arreglo su equipaje. Cenamos y nos fuimos a mi casa en su auto. Al llegar a casa le ordene un cuarto, para que tuviese privacidad, me preocupaba su comodidad. Y luego nos fuimos a dormir temprano.

¿Amigas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora