Me levanté con el pulso acelerado. No recordaba qué había soñado, pero desde luego lo primero que pensé al despertar fue: "Madre mía, tengo una cita con Hunter".
No quería admitir que fuera una cita. Eso conllevaría admitir que quería algo con él, cosa que no era cierta. Me negaba completamente a aceptar de compañero eterno a un egocéntrico, estúpido y prepotente heredero al liderazgo. Sabía cómo eran los Alfas. Conseguían una compañera para disimular frente a su manada e incluso otras, pero después podían tener todas las amantes que quisieran. Claro está, no había nadie que se lo pudiera impedir. Y la mujer se tenía que aguantar. No era ningún secreto. Incluso nuestro Alfa ha tenido sus aventuras, y todo el mundo lo sabe, incluida su mujer.
Pero yo no iba a caer en eso, oh no. Me suicidaría antes de humillarme tanto como para vincularme con un Alfa y luego tener que vivir con el conocimiento de que mi compañero se está tirando a otras a mis espaldas.
Me levanté de la cama con un sabor amargo en la boca. No tenía por qué aceptar a Hunter. Podíamos tomar un refresco juntos, pero nada más. Sólo amigos. Y ya me estaba arriesgando.
Desayuné mientras meditaba el asunto. Tenía seis días para encontrar pareja, en el caso probable que no eligiera a Hunter. Maldita sea, toda mi vida esperando este momento y ahora no sabía qué hacer. No podía negar la atracción que sentía por el futuro Alfa. Y más cuando hay copas de vino por medio. Y más cuando mi pervertida mente empieza a actuar.
Porque, oh Diosa, todas las cosas indecentes que quería hacerle a ese chico...
-Hola, Kayla-oí que me decía una voz.
-Ah, hola papá-balbuceé aclarándome la garganta y fingiendo que mis pensamientos no habían sido aquellos.
-¿Cómo has pasado la noche, cariño?-me preguntó sentándose frente a mí, en la mesa de la cocina.
-Bien, bien.
-¿Seguro que no hay nada interesante que pasara anoche?-inquirió con una sonrisa y un alzamiento de cejas.
-Mamá...-le advertí con las mejillas coloradas.
-Soy tu madre. Tengo derecho a saberlo. ¿Y bien?
-No. Ya te dije ayer todo lo que había que decir-dije con un encogimiento de hombros.
-Bueno, está bien. Tu padre y yo habíamos pensado en salir hoy para ir al teatro esta tarde, los tres juntos.
-Bueno, verás. Es que esta tarde he quedado. Y había pensado ver a Chloe ahora por la mañana-me excusé jugueteando el vaso de zumo.
-¿Ah sí? ¿Y con quién has quedado?
Vaya, ahora lo entendía todo. Me la había jugado para que dijera que había quedado. Ahora no había nada que la detuviera.
-Con un amigo, mamá-me levanté y recogí las cosas del desayuno. No sabía cómo darle evasivas educadamente. Y no quería acabar gritando.
Le dirigí una mirada de advertencia. No quería que hiciera más preguntas.
-Lo capto-me dijo con las manos en alto y una sonrisa de derrota antes de ir hacia su cuarto.
Suspiré aliviada y me pasé una mano por el pelo, el cual ahora estaba limpio. Mis habituales ondas habían aparecido durante la noche, y añadiendo el moño que me hice antes de acostarme, parecía que me había hecho la permanente.
Estaba orgullosa de mi pelo. Había pocas pelirrojas en la manada, aparte de mi madre y yo. Pero mi pelo no era color zanahoria, no. Era rojo. Un rojo un tanto oscuro, pero rojo. Y mis ojos claros lo resaltaban. En general, me encantaba mi físico. Aparte del poco pecho que tenía, pero eso me traía sin cuidado.
![](https://img.wattpad.com/cover/34496016-288-k46705.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Phoenix
Hombres LoboLa Semana de la Hoguera. Así llaman los licántropos al corto período de tiempo que tienen para encontrar pareja. Kayla "Phoenix" McAllister nunca pensó que encontraría a su pareja eterna en una pista de baile. Tampoco sabía que había un chico capaz...