21. Vínculo

5.3K 469 89
                                        

Las voces de mis padres riéndose junto a los de Hunter resonaban en toda la casa. En realidad, estaban ya todos abajo, yo era la única que faltaba por terminar de arreglarse, como siempre me ocurría. Era Nochebuena, e íbamos a salir fuera a cenar, después de que el horno de casa se estropeara e imposibilitara el hacer la cena allí.

—¡Vamos, bombón! ¿Quieres salir a cenar por Nochebuena o por fin de año?—me gritó Hunter desde el final de las escaleras.

—¡Espera un momento!—le respondí yo, en el mismo tono, mirándome por última vez en el espejo. Me había puesto el mono gris que había comprado con Eloise días antes, con unas sandalias de tacón y una chaqueta negras. Había decidido rizarme el pelo y hacerme un semirecogido con un par de horquillas color plata para que no se me metiera el pelo en la cara pero lucir melena igualmente. En cierto modo, la elección de mi peinado me recordaba al comentario que me había hecho el entrenador de Kyle en el gimnasio, lo cual me enfureció de nuevo.

Me coloqué los pendientes en forma de aros de plata y di los últimos retoques de mi maquillaje antes de coger el bolsito de fiesta y salir de mi cuarto. Hunter todavía no había visto lo que iba a ponerme, por lo que, mientras avanzaba por el pasillo hacia las escaleras, mi corazón latía con expectación. El hecho de que él se encontrara apoyado contra la barandilla hizo que bajarlas con tacones se me hiciera incluso más complicado, ya que sentía su mirada sobre mí en todo momento. En cuanto llegué abajo, me permití mirar hacia arriba por fin y observé el rostro de mi compañero.

Su pelo levemente ondulado caía sobre su frente, y no había ni rastro de barba en su mandíbula, como siempre.

—Vaya, vaya... Estás impresionante, bombón. Creo que hago mejor encerrándote aquí que estando fuera con todos esos ojos curiosos—bromeó, con una sonrisa ladeada que hizo que las mariposas revolotearan en mi estómago.

—Tú estás demasiado guapo. Voy a tener que pasarme la noche espantando moscones—le guiñé un ojo yo.

Y era verdad, Hunter llevaba un esmoquin negro, con corbata también negra, y le quedaba de muerte. Pocas veces le había visto tan elegante, por no decir nunca, y se me caía la baba solo de verle.

—Venga, vamos ya, los mayores se están impacientando.

Cuando vi a mis padres, no pude evitar lanzarme hacia sus brazos, reteniendo las lágrimas. Habían pasado solo unos días desde que no los veía, pero no tenía ganas de llorar por eso, sino porque sabía que esa sería la única vez en mucho tiempo que sería capaz de hacerlo.

—Estás guapísima—me alabó mi madre, cogiéndome de los brazos y mirándome de arriba abajo. Mi padre me dio un abrazo y secundó sus palabras. Como ellos habían traído coche, finalmente acordamos ir nosotros tres en el nuestro, y Hunter y su familia en el otro, para así poder hablar.

—¿Te estás portando bien, cariño?—comenzó mi madre, nada más entrar en el coche.

—Siempre lo hago, mamá—resoplé, observando la densa niebla que cubría el oscuro paisaje. No me permití relajarme hasta comprobar que mi padre había activado las luces largas antiniebla, y di gracias por que el trayecto fuera corto, porque no me hacía ninguna gracia tener que conducir bajo esas condiciones climáticas.

En cierto modo, me recordaba a mi reciente pesadilla, lo que me dio más mal rollo. A partir de aquella noche, Hunter había decidido dormir junto a mí, cosa que no me desagradaba para nada y que probablemente sus padres habrían advertido. Pero, ¿qué querían? Estábamos vinculados eternamente, ya era raro que no hubiéramos pasado de la segunda base...

Y tentaciones no me faltaban, desde luego.

Lo cierto era que dormía mejor con él a mi lado, y las pesadillas habían vuelto a desaparecer. En su lugar, ahora tenía más sueños salidos de tono que ninguna otra cosa...

PhoenixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora