27. Ojos de metal

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Quedan muy pocos capítulos para terminar Phoenix! Enseñadme en los comentarios cómo de emocionados estáis por el final y qué esperáis que pase. Contadme vuestras teorías:))


Sacrilegio. Así llamaron mis padres, y seguramente muchos otros, a lo que pretendía hacer Dean. Nombrar compañera a una persona que ya estaba vinculada era una aberración. Si Dean no se hubiera desvinculado del Consejo, probablemente los Alfas habrían tomado medidas contra él, pero, por suerte para él, Warrior Wolves estaba a su merced. Yo lo estaba. Supe que Hunter sintió mi miedo y mi furia a través de nuestra unión, pero no podía hacer nada al respecto. Sentí la urgencia de contarle lo que había pasado, aunque me pregunté para qué. Él no podía deshacerse de sus cargos y yo no conseguía nada acudiendo a él para que me ayudara. Debía solucionarlo por mi cuenta, y solo por mi cuenta. Que vivan las mujeres independientes.

No pude comer lo que duró el resto del banquete. De todas maneras, el Alfa nos obligó a compartir nuestra caza de todas formas, así que no me importó mucho. Pero, en cuanto acabó, Dean nos envió al hotel a recoger nuestras cosas para que mis padres volvieran a Sharp Tusk y yo me mudara con él a su imponente casa.

—No me quiero casar con él, mamá—dije, en cuanto estuvimos en la habitación, a solas. Teníamiedo, es cierto, pero no era ese sentimiento el que me daba pavor, sino el dela impotencia. Me asustaba no poder hacer nada al respecto. Ella cogió mi rostro con ambas manos y me dio un beso en la frente.

—No dejaremos que lo haga. Hablaremos con Anker a ver si puede convocar una reunión de urgencia y pueden intervenir aquí. Lo que pretende hacer no es legal.

En vez de esconder la daga entre las cosas que se llevarían mis padres u ocultarla en el hotel, decidí llevarla conmigo. Puede que me hiciera falta. Si le apuñalaba, se acabarían los problemas, ¿verdad?

Pero ahora, sentada en la cama de la que iba a ser mi habitación en la casa de los Harris, la situación no parecía tener arreglo. Los padres de los mellizos, Robert y Valeria, nos habían llevado de vuelta a todos a la casa, dejándome a mí el sitio extra en la parte de atrás, junto al maletero. Me pregunté si podría abrirlo desde dentro, quitarme el cinturón y dejarme caer en la carretera para escapar, pero finalmente desistí en el intento; no hubiera llegado muy lejos, no en mi forma humana.

Así que estaba atrapada en la mansión de los ahora Alfas. Estaba en las colinas, cerca de la casa de Logan, a cuya fiesta había ido hacía unos meses. Era inmensa, con grandes ventanales y diseño minimalista, con tonos grises y negros. De no haber sido por las espectaculares vistas del verde bosque y la buena posición que tenía para ver los atardeceres, la casa me habría resultado lúgubre. No me extrañaría si la hubiera diseñado la propia Michelle.

Descubrí que sus padres no hablaban mucho, aunque yo tampoco tenía muchas ganas de interaccionar con ellos. Michelle tampoco se había dirigido a mí directamente, pero noté cómo me miraba con cierta lástima.

Mi habitación estaba en uno de los extremos de un largo pasillo, en cuya otra punta estaba la de Michelle. En mitad de ambas, estaba el cuarto de Dean. Dos baños separaban las estancias una de otra. Me resultó incómodo tener que estar tan cerca de la de Dean, pero en general me resultaba una aberración el simple hecho de tener que dormir en esa casa. La cama era de matrimonio, a pesar de que solo yo iba a ocuparla, y se encontraba en el centro de la habitación. Mientras me sentaba en el pie de la misma, miré a mi derecha, hacia la ventana cuyo cristal llegaba al suelo, y me pregunté cuán fuerte sería el material. Luego vi la caída que tendría que soportar si se me ocurriera saltar y se me quitó la idea. Todo en aquella casa parecía propio de una lujosa prisión.

—Ven, Kayla, voy a hacerte un tour por la casa—me dijo de pronto el Alfa, apareciendo en el marco de la puerta.

Yo no pude hacer otra cosa que no fuera obedecer.

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