Llovía. Más que eso, diluviaba torrencialmente. Lo había hecho durante toda la noche, pero esperaba que, con la luz del día, se detuviera. Que hubiera seguido lloviendo me resultaba más un mal augurio que un buen presagio.
¿Acaso la Diosa no quería que Hunter tuviera menos impedimentos para ganar? ¿Quería que Dean mantuviera su legado? Pero, ¿qué pasaría si Dean ganaba? Las condiciones de Anker solo incluían la posibilidad de que no hubiera aceptado el reto, pero, ahora que lo había hecho, ¿Sharp Tusk y Night Shade seguían en guerra con Warrior Wolves?
Todos esos pensamientos cruzaron por mi mente al escuchar los tambores, pero los Alfas no tardaron en resolver mis dudas: si Hunter ganaba, reinstauraría el Consejo en la manada y Dean y Kyle serían apresados. El futuro de Michelle aún estaba en juego, ya que había colaborado y confesado el crimen, así que su condena se vería reducida.
Pero si Dean resultaba ganador... Quizás fueran los propios habitantes de Warrior Wolves los que se alzarían contra él. Si eso no pasaba, entonces estaríamos en guerra. Ninguno de los otros Alfas había querido inmiscuirse en el asunto, ya que sus territorios quedaban algo más lejanos a los nuestros. No obstante, todos habían insistido en quedarse el día del combate, salvo Christopher y Anna, que debían retomar sus responsabilidades en Sharp Tusk mientras Anker se quedaba con nosotros en Warrior Wolves. Mi padre también tuvo que volver en representación de los Deltas, y mi madre se quedó conmigo para apoyarme, con permiso del Alfa.
Todas aquellas inquietudes me acompañaban bajo el paraguas, frente al campo de batalla. Ahí mismo, solo unos días atrás, Dean, Michelle y Shawn habían luchado por el mismo destino. Ahora, el clima hacía parecer ese día muy diferente a aquel.
Me había cubierto con tres capas y el abrigo, pero nada parecía quitarme el frío. Me temblaban las piernas, pero advertí que era de los nervios. A mi alrededor, la manada de Warrior Wolves también luchaba, pero para conseguir llegar a la primera fila y ver mejor cómo los dos chicos sellaban su destino. Ninguno de ellos había decidido acudir con paraguas, ya que dificultaría su visibilidad, pero yo tenía sitio de sobra en el mismo espacio que me habían reservado para la anterior batalla. Kyle y la familia de Dean estaban siendo custodiados por varios Alfas en uno de los costados del "teatro", para impedir que pudieran huir.
No pude evitar fijarme en Kyle. Debido a la distancia que nos separaba, solo su silueta me resultaba visible. Si ganaba Hunter, él ya no sería Delta, y si conseguía escapar se convertiría en Rogue. Correría la misma suerte que sus padres. ¿Sabría dónde están ellos o quiso saber tan poco como el resto de su familia?
Las cabezas de los presentes se giraron al unísono hacia un punto más allá de mi espalda. Pero yo ya sentía el vínculo hacerse más fuerte, sabía que se trataba de Hunter. Me di la vuelta también para verlo entrar en el recinto vallado que delimitaba el campo. Aunque él no sabía dónde me iba a encontrar, desvió la mirada al punto exacto y se encontró con mi mirada. Dean todavía no había entrado en el campo, así que di unos pasos adelante para colocarme en el límite de la valla.
Hunter me imitó y se encontró conmigo al otro lado de la pequeña valla de madera. Ninguno de los dos emitió palabra, pero nos miramos durante lo que me pareció al mismo tiempo una eternidad y un breve segundo. Bajé el paraguas y dejé que la lluvia cayera sobre mi cabeza también para poder alzarme sobre las puntas de mis pies y quedar al mismo nivel.
Cuando junté nuestros labios, fue como el leve toque de una mariposa. Era un beso en el que quería darle toda la esperanza y las fuerzas posibles, que supiera que confiaba en él y que estaría allí aun cuando el resultado no fuera el esperado. Aunque eso ya lo sentía él en nuestro vínculo y no con el roce de un beso, quise creer que sirvió.
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Phoenix
LobisomemLa Semana de la Hoguera. Así llaman los licántropos al corto período de tiempo que tienen para encontrar pareja. Kayla "Phoenix" McAllister nunca pensó que encontraría a su pareja eterna en una pista de baile. Tampoco sabía que había un chico capaz...