Maldije a Kyle y a su invitación cuando vi quiénes le esperaban en aquel parque. En efecto, estaban Paul y Jayden, y la rubia que salía con este último, pero en cuanto nos tuvieron en su campo de visión, Paul gritó:
—¡Eh, chicos! ¡Hemos hecho amigos nuevos!
La forma de hablar de Paul se me antojó algo infantil, pero lo dejé pasar. ¿Quién era yo para juzgar? Entonces, desvié la mirada del chico rubio de ojos pardos al que no había conocido y me encontré con otros que conocía demasiado bien. Junto a Paul se encontraba Chloe, de nuevo, con otras chicas con las que yo no me llevaba.
—Kyle, estas son Chloe, Danielle y Sarah—las presentó Jayden, señalando a cada una a medida que decía sus nombres. Danielle era una chica castaña de ojos marrones y curvas de infarto, y Sarah, una chica enana a la que el pelo rubio le llegaba hasta la cintura. Las conocía a ambas de vista, pero no fueron la compañía que pretendía tener. En realidad, la única chica con la que quedaba últimamente era Chloe, y me estaba dando cuenta de que no tenía más amistades que esa, al menos cercanas.
Sí, era una antisocial y no me había dado cuenta. Genial.
—Phoenix, probablemente ya las conozcas, ¿no?
—Sí, Jayden. Ya las conozco.
No pude ocultar el tono de desdén en mi voz, aunque creo que solo lo notó Chloe, que se cruzó de brazos y resopló levemente. Kyle pasó por mi lado y me hizo una seña para que le siguiera y me sentara junto a él al otro lado de la mesa de madera donde estaban todos sentados. Jayden y la rubia que más tarde me presentaron como Caitlyn estaban sentados a nuestra izquierda, Chloe y Paul frente a nosotros y Danielle y Sarah a nuestra derecha.
Estaba empezando a pensar que no aguantaría mucho aquel picnic feliz cuando sacaron el alcohol. Vale, ahora sí que estamos hablando.
Ni el alcohol puedo hacerme quedarme. Ya comenzaba a anochecer y solo habíamos tomado un cubata (al menos yo, ya que Chloe, por ejemplo, se bebió dos y medio en el mismo tiempo), y yo ya estaba castigada, por lo que no quería tensar más la cuerda.
Vi en mi móvil un mensaje de Hunter, en el que me preguntaba dónde estaba y si necesitaba que me acompañara a casa. Segundos después, como si de un GPS se tratara, mi madre me llamó.
—Kayla, estás en casa, ¿verdad?
—Estoy con Hunter. Volviendo—le mentí, bajo la atenta mirada de Kyle, que me observaba con intriga.
—Te quiero aquí en diez minutos.
Poniendo los ojos en blanco, colgué el teléfono y me levanté, tecleando para llamar a Hunter.
—Dime, bombón—descolgó él. Hasta pude sentir la sonrisa en su voz.
—¿Dónde estás?
—Cerca de la playa, cogiendo el coche.
—Bien, voy hacia el restaurante donde recogiste a tu hermana. ¿Puedes recogerme allí?
—Claro, preciosa. Dame cinco minutos.
—Gracias, Hunter.
Cuando colgué, oí a Jayden preguntar:
—¿Ya te vas?
Antes de que yo pudiera responder, la risita burlona de Chloe llegó a mis oídos. Echando humo por las orejas, me di la vuelta y la encaré, poniendo las manos en la mesa entre nosotras.
—¿Tienes algo que decir?
Mi mejor amiga de la infancia bajó el vaso de plástico con el que bebía y me miró a los ojos.

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Phoenix
WerewolfLa Semana de la Hoguera. Así llaman los licántropos al corto período de tiempo que tienen para encontrar pareja. Kayla "Phoenix" McAllister nunca pensó que encontraría a su pareja eterna en una pista de baile. Tampoco sabía que había un chico capaz...