29. Choque

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Ambas nos petrificamos al instante, ella con más disimulo que yo. Me giré levemente hacia Dean, pero fue su hermana la que habló.

-Voy a enseñarle las flores que planté en verano. Las que ahora están floreciendo.

No tenía ni idea de ningunas flores, y menos que las hubiera plantado ella, pero no iba a llevarle la contraria ahora ni a dar a entender que era una excusa barata. Aunque Dean tampoco se lo tragó.

-¿Ahora, por la noche? No se van a ver.

-Es mejor que tenerla encerrada en su cuarto todo el día, ¿no crees?-rebatió su hermana, saliendo por la puerta. Por inercia, seguí sus pasos, sintiendo en todo momento la presencia del Alfa detrás de mí. Aceleré para colocarme junto a Michelle y así alejarme de él.

-Os ordeno que permanezcáis en la casa.

Un silencio sepulcral siguió a sus palabras. De mi boca no salió respuesta alguna, ni tampoco de la de Michelle. Mi instinto me urgía a obedecer a mi Alfa, pero mi cabeza me decía que eso era lo último que iba a hacer.

-No puedes ordenarme nada. Yo también soy Alfa.

-Eres la hermana del Alfa, lo que no te convierte en una. Ahora haz lo que te digo-concretó, entre dientes. Dio un paso fuera de la casa. No podíamos permitir que se acercara más, entonces no tendríamos ninguna ventaja sobre él.

En cuestión de milésimas de segundo, calculé la distancia entre la casa de los Harris y la de Damaris.

-Está bien-claudiqué-. Me quedaré en la casa.

Sentí la mirada confundida de Michelle sobre mí, pero no me permití mirarla. Mientras Dean parecía calmarse, yo me dirigí hacia él y le hice un gesto a la chica a mis espaldas para que se mantuviera quieta.

Una vez tuve al chico frente a mí, puse las manos a ambos lados de su rostro y le obligué a mirarme. La mezcla de confusión y orgullo en sus ojos casi me hizo reír.

-Me alegro de que te preocupes tanto por mí-dije, para confundirle. Entonces, alcé la rodilla hasta que impactó contra sus partes bajas. Con cierto placer, vi cómo su expresión cambiaba y sus ojos se abrían al máximo a causa del dolor-. Asesino.

Le empujé para que cayera al suelo mientras se agarraba los huevos y corrí hacia Michelle. En un parpadeo, ella pasó de ser una chica humana a un gran lobo negro, rasgando sus ropas, que acabaron por los suelos de la calle. Salté sobre su lomo y me agarré lo mejor que pude antes de que diera el primer impulso y echara a correr.

-¡KYLE!-escuché que gritaba Dean en la distancia, con la voz constreñida de dolor.

Me aferré con todas mis fuerzas a Michelle, inclinándome para quedar más cerca de su espalda y que así pudiera ir más rápido. Sabía que probablemente estuviera haciéndole daño al agarrarme a su pelaje para no caer, pero no había otra cosa que pudiera hacer. El frío viento nos azotaba y hacía que se me saltaran las lágrimas. Activé el kiash para poder ver mejor en la oscuridad y serle de alguna utilidad a Michelle.

Era rápida, pero cargar con un cuerpo de más de cincuenta kilos en su espalda era muy cansado. Oí su trabajosa respiración con una creciente angustia en el pecho. Kyle no tardaría en alcanzarlos, y Dean, en cuanto se recuperara-que imaginaba que sería pronto- saldría tras nosotras.

Aprovechamos la gravedad para ganar velocidad al bajar las colinas que llevaban a la casa de los mellizos. En un par de ocasiones sentí que me caía, pero conseguí mantenerme en su lomo. Nada podía salir mal, no sabía qué podríamos hacer si nos capturaban.

Si Dean había tenido antes alguna duda sobre Michelle, ahora definitivamente sabía que planeaba traicionarlo y que no estaba de su lado. Así que, si nos alcanzaban, no habría ningún futuro para ella. El mejor de los escenarios sería ella convirtiéndose en Rogue. Y, por mi parte, bueno, seguramente no me mataran, pero permanecería el resto de mi existencia atrapada en esa casa, junto al asesino de mi hermano y a su primo, que fue su cómplice.

PhoenixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora