Nunca había estado tan cerca de un enfrentamiento, ni siquiera había llegado a ver uno. De hecho, pocas veces había visto a un licántropo en su forma lobuna; a los menores no se les permitía ir en las misiones de búsqueda y reconocimiento del entorno, y nuestra presencia estaba limitada a los centros de las ciudades. Solo había visto a mis padres transformarse dos veces contadas, y de eso hacía ya años.
Lo que tenía ante mí fue más brutal de lo que yo me imaginaba. Di gracias a la Diosa por solo ser una riña de críos, porque si hubiera sido de verdad se hubieran matado ahí mismo. La pista era enorme, por lo que en ningún momento los tuvimos cerca, lo cual fue una gran ventaja.
Dentelladas y zarpazos volaban en el amasijo de pelaje en el que se habían convertido los chicos, y sus gruñidos resonaban en el palacio de hielo, acompañados del sonido de sus garras deslizándose por el hielo. El lobo negro que distinguí como Dean saltó sobre uno de los chicos, pero acabaron resbalando por el hielo hasta detenerse en el centro de la pista, donde consiguieron levantarse y clavar las garras para aferrarse bien.
-¿Cuánto tiempo van a estar haciéndose los machos?-oí que preguntaba Evelyn con fastidio, a mi lado.
-Probablemente hasta que uno de ellos agache las orejas y se retire o hasta que acaben los dos inconscientes-le respondió Hunter, sin despegar la vista de los lobos.
-No barajas la opción de que ganen los chavales.
Aquella vez, una sonrisa ladeada apareció en el rostro de Hunter, el cual giró levemente la cabeza hacia mi amiga para decir:
-Mira bien; no hay ninguna posibilidad de que salgan vencedores.
Y era cierto, el Beta y el Delta eran mucho más grandes en su forma lobuna en comparación con sus adversarios, probablemente por cuestiones de rango.
-¿Deberíamos hacer algo? No sé, llamar al Alfa o algo así-se cuestionó Sophie en voz alta, mirándonos a Hunter y a mí en busca de respuesta. Nosotros compartimos una mirada antes de decidir nada.
-Quizás sería conveniente que le llamaras. Por si acaso. Aunque solo sea para ver qué dice-coincidí yo.
Tras unos segundos de indecisión, Hunter nos hizo caso y llamó a Damaris, con el que estuvo hablando un par de minutos antes de colgar.
-¿Qué te ha dicho?-preguntó Kyle. Por su actitud, supe que no estaba deseoso de pelear como Hunter, sino que estaba relativamente tranquilo.
-Dice que ahora viene, pero que intente calmar la situación.
-¿Y cómo se supone que vas a hacer eso? No irás a meterte entre cuatro lobos rabiosos, ¿verdad que no?
Su encogimiento de hombros aceleró mi corazón de miedo.
-Tendré que hacerlo.
Y entonces dio un par de pasos hacia la entrada a la pista.
-¡¿Estás loco?! Ni se te ocurra meterte ahí, Hunter.-intenté detenerle, cogiendo su brazo. Mi novio se dio la vuelta y cogió mi rostro con una mano.
-Kayla, si muestro a la manada que soy un cobarde, nunca conseguiré ascender a Alfa. Y no quiero ofrecerte menos que eso-añadió, en un susurro, frunciendo el ceño con expresión dolorida.
Cuando yo iba a abrir la boca para contestarle, él se alejó y entró de nuevo al hielo, dejándome en la puerta con un nudo en la garganta. Observé cómo se acercaba a la pelea deslizándose con cierta duda hasta que llegó a una distancia prudencial de los chicos.
Aprovechando que se habían separado, se interpuso entre los dos bandos y les dijo algo a los chavales que habían iniciado la disputa. Tragué saliva cuando vi, al activar mi kiash, que uno de ellos le gruñía y hacía el ademán de acercarse a él. Hunter alzó las manos en gesto de rendición y volvió a hablar.

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Phoenix
WerewolfLa Semana de la Hoguera. Así llaman los licántropos al corto período de tiempo que tienen para encontrar pareja. Kayla "Phoenix" McAllister nunca pensó que encontraría a su pareja eterna en una pista de baile. Tampoco sabía que había un chico capaz...