10. Secretos

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Mi corazón martilleó con fuerza en mi caja torácica. Incapaz de moverme un ápice, todo lo que pude hacer fue decir:

-Hunter.

Alcé la voz sin despegar la mirada de los ojos oscuros de la chica que me apuntaba con el arma, no mucho más baja que yo. Oí los pasos del chico detrás de mí, pero no escuché su voz hasta unos cuantos segundos más tarde. Cuando la chica pareció ver a Hunter, sus ojos se entornaron con furia y su agarre sobre la pistola tembló, cosa que casi me mató de los nervios.

-¿Has elegido a esta? ¿En vez de elegirme a mí?-exclamó, con cara de incredulidad.

-Primero, baja la pistola. No hace falta llegar a esta situación-dijo Hunter, detrás de mí, con voz calmada.

En mi cabeza, no podía creer lo que estaba sucediendo. Desde que había conocido al chico, me habían ocurrido cosas que no hubiera imaginado que me pasarían, pero eso era ya algo que no iba a tolerar. Todos podían tener un ex algo pirado, pero eso ya era pasarse. Hunter iba a tener suerte si no le pegaba una paliza después de aquello.

-No sé quién eres, pero podemos hablar tranquilamente sin necesidad de armas-me atreví a decir, con un nudo en la garganta, sintiendo cómo mi piel palidecía a medida que veía más inestable su agarre sobre la pistola.

Queriendo apartar la vista del atemorizante arma, miré más allá de la chica, a sus espaldas, y entonces vi algo brillar en el hueco de la escalera.

No sé cómo fui capaz de activar el kiash mientras Hunter intentaba convencer a la nerviosa chica de soltar el arma, pero lo hice, y eso me llevó a ver al chico que intentaba esconderse en la escalera, a unos metros de nosotros.

-¿Eso es una cámara?-hablé, con la vista clavada en aquel punto.

Noté que la postura de la chica cambiaba y vi de reojo cómo miraba hacia donde quería. Aprovechando su distracción, le propiné una patada en la rodilla izquierda. Justo cuando cayó y la pistola salió disparada de su mano, me tiré a por ella para que no nos volviera a amenazar.

Mientras yo sostenía el arma fuera del alcance de la nerviosa chica, Hunter decidió saltar por encima de nosotras y correr hacia el chico que llevaba la cámara y que había huido escaleras abajo, dispuesto a partirle un par de dientes.

Sin poder evitarlo, a causa de mi rabia, mi kiash se activó, por lo que la desconocida tragó saliva al ver que mis ojos se volvían dorados. Lógicamente, presintió el peligro y la amenaza velada que refulgía en mi mirada. No me faltaban las ganas de ponerle un ojo morado por haberme pegado aquel susto; aquella no era una broma que pudieras hacer a la ligera y además, grabarla.

-Lárgate de aquí antes de que decida romperte las costillas-mascullé, entre dientes, con la pistola en mis manos, levantándome.

La chica no se lo pensó dos veces y se apresuró en levantarse. En el camino, sin embargo, tropezó y cayó de frente, con las manos por delante, aunque las puso demasiado tarde. Estoy segura de que se hizo un esguince en la muñeca izquierda, o incluso se partió algún hueso, por el pequeño grito que profirió, tras besar levemente el suelo.

-Karma-me burlé, en voz lo suficientemente alta como para que me escuchara.

Mientras se levantaba y corría fuera de mi alcance, vi cómo Hunter de pronto aparecía por las escaleras, a paso lento y con una caja de pizza en las manos. Cuando nuestras miradas se cruzaron, le pregunté:

-¿Qué le has hecho al chaval?

No me pasaron desapercibidas las rojeces que cubrían sus nudillos, algo que no me llegó a gustar del todo.

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