Cap.16-Corazón Indígena, Corazón Gitano

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Cholena termino de amontonar piedritas y al fin saco la cuenta: había pasado dos meses como prisionera de Zaragoza y, tras darle muerte, casi otros dos escondida en los bosques, alimentándose de raíces, frutas y lo que podía robar de los asentamientos españoles que ahora parecían estar por todos lados.

Los conquistadores habían sido reemplazados por colonizadores, llegaban por cientos ya no solo hombres sino también mujeres, niños y animales de su tierra extraña, al atracar desarmaban sus naves, señal de que no se irían, y usaban las piezas para construir casas en las aldeas asoladas; su invasión trajo la plaga, grandes poblaciones indígenas estaban siendo diezmadas por enfermedades desconocidas haciendo que todos, como ella, huyeran al interior del país, cediéndole a los españoles más de la tierra a la que, a pesar de la miseria que atravesaba, llamaban Costa Rica.

Pero peor que todo eso, peor que la invasión, el hambre y las enfermedades, era el tomento que en su vientre crecía, se negó a aceptarlo al comienzo peor su estomago seguía creciendo pese a lo poco que comía, entonces sintió tal repulsión hacia sí misma que quiso tirarse al rio y ahogar consigo su vergüenza...no pudo hacerlo.

-Axu-le había dado por hablar en voz alta a su amiga, se negaba a creerle muerta-voy a resistir, te voy a esperar, se que volverás por mí.

Hacia medio día se había cruzado con un pueblo español, colonias las llamaban, en plena construcción, realizo un rodeo para evitarlo y de algún modo dio con una de esas casas a medio hacer en un claro, iba a retroceder pero noto que no había gente a la vista y sus ojos fueron directo a unos huesos en un tazón junto a una fogata, los restos del almuerzo de alguien, puede que quedase algo para ella.

Se acerco con mucho cuidado, sin dejar de ver a su alrededor para huir a la primera señal de peligro, había un corral con aves que los españoles llamaban gallinas y los huevos que ponían podían comerse incluso crudos pero no vio ninguno al cual echar mano, una "vaca" mugió con fuerza, esas daban leche y una vez robo una botella entera pero por desgracia aun no descifraba como obtenerla directo del animal; llego al tazón, casi lloro al ver que había un poco de carne y unas papas abandonadas, tenía tanta hambre que allí mismo dio cuenta de ello.

-¡Mami, mira!-grito una vocecita.

Dos personas habían salido de la casa, una mujer y una pequeña niña, Cholena levanto la cabeza y ella y la mujer se miraron directamente a los ojos como intentando averiguar cual estaba más asustada, pero entonces los ojos de la otra repararon en su vientre y la expresión se le ablando.

-¿Quieres más comida?-pregunto.

Ya estaba por darse a la fuga peor tales palabras la detuvieron, la mujer además tenia un inusual acento que no era español, la vio entrar a la casa junto a su hija y salió minutos después con un tazón lleno y una jarra, dejo ambas cosas junto a la cerca y volvió al interior, asique Cholena pudo tomarlas y esconderse para comer entre la espesura.

Hacía cuatro meses que no hacia una comida decente y quedo tan satisfecha que tuvo que echarse entre unos matorrales, sin querer se quedo dormida, despertó sobresaltada horas después al sentir que le echaban una manta encima.

-No debes temerme-era la mujer, hablaba despacio, suponiendo que ella no le entendía una palabra-tomare mis cosas y te traeré comida, no te vayas.

Desconcertada, Cholena se incorporo a medias y miro sobre el matorral, ya era de noche y la hoguera encendida calentaba una olla grande, había una persona nueva, un hombre barbudo que arrullaba a la niña sobre sus rodillas, cuando la mujer se acerco intercambiaron unas palabras que Cholena no fue capaz de entender, asi pues no eran españoles, eran blancos pero más pálidos, no tenían las teses coloradas de conquistadores pero si cabelleras muy oscuras, la duda que le quedaba era simple: ¿eran peligrosos?

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