Cap.25-Ezara

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Por sorprendente que pueda parecer la llegada de Axiuru a la Tierra no fue un evento único.

Minutos después de que ella se estrellase en Costa Rica, del otro lado del mundo, una segunda estrella impacto violentamente contra las cumbres del Himalaya, la nueve amortiguo el golpe y la criatura conseguí arrastrarse fuera de su cráter, era blanca, pequeña como un niño, lánguida, y su cuerpo estaba recubierto por una sobrenatural luz negra; una vez afuera solo pudo sentarse a contemplar aquel mundo blanco en el que había caído, era deslumbrante y muy hermoso peor no había nadie, miro hacia el sol y se dio cuenta de que estaba solo, entonces rompió a llorar, profiriendo un sonido agudo y agonizante que ningún ser sobre la tierra podría imitar.

Estaba seguro de que iba a morir allí cuando otro sonido, no menos prodigioso que su llanto, resonó entre las cumbres heladas, ¿de dónde venía?, era un clamor vibrante que desaparecía solo para repetirse, se levanto, el sonido significaba vida y aunque ignoraba que clase de criaturas poblaban ese mundo prefería arriesgarse y averiguarlo a pasar otro minuto solo.

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Aquella campana de salvación de hecho era un gong y provenía de un templo cercano, al ser pleno día los monjes no vieron la estrella caer pero sintieron un levísimo templo y estaban tocando el gong para alejar a los malos espíritus que tales movimientos de tierra hacían aparecer.

-Catorce...quince-conto un joven monje que estaba afuera-no es justo, al fin era mi turno de tocar el gong grande y en vez de eso estoy quitando el hielo de la puerta-arrancaba los pequeños carámbanos con un cuchillo-y todo porque me dormí en la meditación, ¡Ay!

Se corco con el cuchillo y lo dejo caer, cuando se inclino para recogerlo se encontró cara a cara con la criatura.

-No puede ser-retrocedió despacio y luego entro corriendo-¡Maestro Wu!, ¡Maestro!

El pequeño se mostro confundido, no había esperado que ese ser tan grande huyera despavorido, tomo el cuchillo e intento comerlo pero el metal le resulto muy duro y solo puso saborear la sangre que se escarcho en su boca, de súbito su cuerpo se ilumino en un resplandor blanco.

-Tiene que ser un mal espíritu, maestro-el monje venia de vuelta junto a un anciano y una bola de curioso-nunca vi cosa igual, ¡Mírelo!

Todos lanzaron diversas exclamaciones al ver a la criaturilla oculta tras la puerta pero esta, comprendiendo de pronto muchísimas cosas, decidió entrar y presentarse, ahora sabía que no le harían daño si actuaba apropiadamente y también sabia que para asegurar su seguridad debía ganarse cuando antes de simpatía de aquel anciano.

-No soy un mal espíritu-dijo, sorprendiéndoles y así mismo al poder hablar su lenguaje-estoy perdido, busco...busco a mi hermana-sollozo-no sé donde esta...no sé donde estoy, por favor, ayúdenme...ayúdenme...

Hasta ahora el viejo maestro se había mostrado imperturbable pero al acercarse vio que su rostro se había ablandado, se hinco ante él y le acerco una mano para sentir su aura oscura, las zonas en su cuerpo que expelían aquella luz también soplaban un aire aun más gélido que el circundante.

-¿De dónde vienes, pequeño?-pregunto con dulzura.

-De allí-apunto hacia el sol-yo y mi hermana, nuestra familia sigue allí.

-¿Cómo te llamas?

-Ezara...mi hermana se llama Axiuru, tal vez no esté lejos.

-¿Tienes frio?

-Eso creo...-no se había detenido a pensarlo pero la verdad es que había perdido su propio calor-pero este lugar es frio, el frio no es bueno para mi hermana, hay que encontrarla o se pondrá mal.

AxiuruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora