Quince minutos después de sus palabras, oigo como golpean la puerta del cubículo del baño. Cierro los ojos por un instante y la oscuridad me hace pensar con claridad.
—¿Kya? —pregunta Simon al otro lado—, ¿estás bien? El idiota ese ya me dijo lo que sucedió...
Muevo mis manos hacia la perilla de la puerta y la destrabo. Simon entra al cubículo conmigo y me abraza. Cabemos a la perfección en él, su abrazo es lo único que me hace sentir bien.
—Ese tipo es un completo estúpido —protesto y golpeo el hombro de mi hermano.
—Ya lo amenacé con los cuchillos, ¿crees que eso funcione?
Suelto una risita y me separo de él. No sé qué decir, que pensar y mucho menos que hacer. Quiero irme con él, quiero hacerlo, pero al mismo tiempo no quiero hacerlo del todo. Es una mierda.
—¿Que harás? —me pregunta acariciando mi cabello, me suelta bruscamente y frunce el ceño—. ¿Ves lo que me haces hacer? Hasta parezco uno de los gemelos babosos detrás de ti —protesta. Vuelvo a reír de nuevo y luego los dos salimos del cubículo. Hay algunas chicas en el baño que nos ven de manera extraña, pero Simon sonríe como papá lo haría para romper corazones y ellas se sonrojan. Cruzamos el lugar, avanzamos por el pasillo oscuro, Simon tira de mi mano y guía mi camino por entre la gente. Solo tengo unos pocos segundos para saber qué haré. Sólo tengo unos pocos segundos para cometer la mayor locura de mi vida o arrepentirme para siempre de no hacerlo. Hay mucho riesgo, pero eso es lo que más me convence a hacerlo.
—Al fin llegan —dice Iana con una estúpida sonrisa. Volvemos a estar en el grupo de antes. Miro hacia todos lados menos a Max que tiene a un lado a la rubia esa. Ya no la toma de la cintura y tampoco ella lo toca, solo están uno al lado del otro, mientras que puedo sentir como él me mira fijamente.
—No me siento bien —digo en dirección a Alex. Las palabras se escapan de mi boca sin que pueda impedirlo. Simon abre los ojos de par en par mientras que me mira y Alex deja a su novia y se mueve con prisa para ver qué sucede.
—¿Qué ocurre, princesa? —pregunta tomando mi cara con sus manos.
Ya es tarde. Ahora tengo que mentir.
Mentir aún más...
—No lo sé, solo estoy cansada —miento de la peor forma—. Quiero regresar al apartamento, me duele la cabeza.
—Nos iremos de inmediato —dice él.
—Yo... Yo también quiero regresar a casa. Las chicas aquí me ignoran —murmura Simon provocando que Alex le lance una sonrisa burlona—, ¿qué? ¡No es mi culpa! ¡Ellas son raras!
—Nos iremos, entonces —asegura.
—Pero, Alex... —interfiere Iana—, prometiste que irías a casa esta noche...
Es la primera vez que esa tipa dice algo útil. Es la primera vez que abre su boca para decir algo de mi agrado.
—Cariño... —protesta él.
—Yo también me iba —agrega Max mirándome de reojo. Está más que claro que sabe que iré con él, pero lo que me pregunto es: ¿de verdad iré con él?—. Puedo llevarlos a tu departamento si quieres. Mía y yo pasaremos la noche juntos, también.
Mis ojos se abren de par en par y mi cabeza se mueve a la velocidad de la luz en dirección a ese estúpido. Veo como la rubia sonríe de oreja a oreja y vuelve a abrazarlo. Estoy confundida, perdida, anonadada y Simon también lo está.
—¿Seguro que puedes llevarlos?—interroga Alex. Todos hablan entre si durante no sé cuantos minutos. No entiendo lo que dicen y tampoco me interesa.
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KYA - Deborah Hirt ©
Romance¿Por qué "Kya"? Porque no hay un título que pueda describir todo este gran desastre, mi vida, mi historia, mis errores... Tengo un trabajo de medio tiempo, la Universidad, el Ballet, mi secreto, chicos, problemas, papá y... Miedo, mucho miedo... Per...