Papá, el gran obstáculo para poder cometer está locura es mi padre. Simon ya me ha dicho que no vaya, que lo deje como idiota. Pero no puedo hacer eso. No puede pedirme que renuncie a algo que esperé por mucho tiempo. Algo que quiero que vuelva a pasar desde que dormí con él esa noche, en sus brazos. Parece que han pasado mil años desde ese encuentro y fueron sólo unas semanas. Quiero volver a tenerlo así, sólo para mí. Tratar de descubrir a ese Max dulce y al mismo tiempo frío, pero que intentaba ser más dulce que frío conmigo.
—Tienes que ayudarme, Simon. Necesito ir.
—Creo que eres una boba. Está jugando contigo, Kya. ¿Qué le dirás a mamá y a papá? No puedes estar así siempre.
Suelto un suspiro y miro la pantalla de mi celular. Simon tiene razón, pero no le he hecho caso a la razón últimamente.
—Dijo que nos dará una oportunidad...
—Te está manipulando.
—Claro que no.
Simon deja la cuchara con brusquedad sobre la mesada y baja la intensidad del calor de lo que sea que esté preparando.
—Dile a mamá y a papá que tienes un trabajo de universidad... Ya sabes. Papá jamás te dirá que no.
—No quiero mentirles más, no lo merecen.
—Entonces no hagas nada y quédate aquí...
Entro en desesperación por unos pocos segundos, pero decido qué sí quiero hacerlo. Max es como una droga, y no la quiero dejar aún, por más que sepa que me hará trizas.
Tomo mi teléfono celular y elevo el tono de voz mientras que camino a la sala de estar y pongo cara de pánico.
—Lo sé... Lo siento, de verdad, lo olvidé —le grito al teléfono—. ¡Estuve muy ocupada está semana! ¡Lo sé, lo lamento! ¡Llevaré los materiales y lo que sea! —Miro a mis padres de reojo mientras que noto como fruncen el ceño. Trato de alterarme aún más y mi actuación parece funcionar.
—¡Bien, estaré ahí en media hora!
Finjo que cuelgo la llamada y sigo mi actuación. Simon me ve desde la puerta del comedor y me sonríe disimuladamente.
—¿Qué sucede, cariño? —pregunta mamá.
—¡Hoy teníamos que reunirnos para terminar un proyecto! ¡Nos falta medio edificio por hacer y nadie terminó de corregir los planos que dije que estaban mal! ¡No voy a reprobar! ¡Pero lo olvidé por completo!
Mi padre pasa sus manos por su pelo, sé que se va a enfadar si sigo con esto, él odia que sea irresponsable con la Universidad, odio ver esa mirada de recepción cuando algo no sale bien, odio amar tanto a papá...
—Tengo que irme. No sé a qué hora regresaré...
—Pero...
Corro por las escaleras hasta mi habitación, dejé a mamá con la palabra en la boca, pero sé lo explicaré luego. Me coloco unas convers, una chaqueta y peino mi pelo. Después agarro mi mochila de universidad, quito muchas de las cosas que están ahí y sin dudarlo, tomo el vestido rosa que Max me regaló. Lo meto en el interior, también algunas cosas para maquillarme y... listo.
Bajo las escaleras con la mochila y algunos planos y materiales de la Universidad, tengo que hacerlo bien. Me veo desarreglada y casual. Nadie sospechará.
Entro a la cocina y ya todos están cenando. Suelto mis cosas en el piso, tomo el tenedor y como unos tres o cuatro bocados, beso a mamá, después a papá y tomo las llaves de mi coche.
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KYA - Deborah Hirt ©
Любовные романы¿Por qué "Kya"? Porque no hay un título que pueda describir todo este gran desastre, mi vida, mi historia, mis errores... Tengo un trabajo de medio tiempo, la Universidad, el Ballet, mi secreto, chicos, problemas, papá y... Miedo, mucho miedo... Per...