Veo las puertas de vidrio a lo lejos, tengo algo en mi vientre y me siento nerviosa. No dejo de mirar mi celular para saber si tengo algún mensaje suyo, pero no hay absolutamente nada desde que me subí al avión. Pasaron dos semanas, esas malditas dos semanas en Barcelona, y estoy desesperada. No fue fácil convencer a mamá y a mi tío Lucas de regresar antes, y tampoco quería preguntas de nada, pero... El tiempo se acabó, le prometí a tío Lucas que le diría toda la verdad a mamá. Y eso haré.
La gente delante de mí camina con prisa, yo arrastro mis maletas y miro mi teléfono una vez más.
—Sé que está aquí... —escucho decir a una chica rubia delante de mí. Las puertas se abren, la gente se dispersa por todos lados entre besos y abrazos y yo sólo me detengo a observar a mí alrededor...
Tengo una horrible sensación en el pecho, le dije que mi vuelo salía esta mañana, le dije a qué hora llegaría, y sin decirle nada, creo que también le dije que moría por verlo aquí en el aeropuerto.
Lo extraño. Lo extraño como nunca extrañé a nadie en toda mi vida. Los mensajes y llamadas no fueron suficientes. Quiero verlo, tocarlo y besarlo.
Quiero todo...
Miro mi celular una vez más, todavía no tengo mensajes ni llamadas. Y nadie está aquí.
Quito unos mechones de pelo de mi cara y observo a mi alrededor tratando de ver a alguien conocido. Sólo mamá sabía que llegué a Londres en un vuelo comercial y no en el jet. Quería estar con Max por unas horas, pero claro que eso mamá no lo sabe.
—¡Kya! —escucho detrás de mí, me volteo rápidamente y veo a mamá a unos pocos metros. Tiene una hermosa falda azul oscura, una camisa blanca y ese cabello lleno de rizos. Su sonrisa es inmensa y sé que esta algo emocionada. No puedo describir lo que siento al ver a mamá, es emoción y felicidad. Tengo tanto que contarle, tanto que explicar, que mi peor miedo es no volver a ver esa sonrisa de nuevo conmigo.
—¡Mamá! —grito y corro hacia ella. Me abre sus brazos de par en par y por un momento vuelvo a sentirme como una niña pequeña, como su princesa. La estrecho con fuerza, huelo su perfume y cierro mis ojos cuando descanso mi cara sobre su pecho. Es el abrazo más hermoso y dulce que recibí hasta ahora y me siento genial.
—Te extrañé, cielo —me dice con la voz entrecortada. Me separo de su pecho y la miro. Si, mamá está emocionada, acaricia mi cabello y después me mira con detenimiento.
—Lo sé. Subí unos kilos, pero son vacaciones, mamá —Es lo primero que digo. Ella sólo sonríe y niega levemente con la cabeza.
—Eres hermosa... Tu padre se llevará una sorpresa. Todos creen que llegas mañana.
—Lo sé, pero... Ay, mamá, ¡Tengo tanto que contarte! ¡Fui tan feliz! ¡Me divertí tanto!
Ella frota mi espalda mientras que las dos caminamos hasta mis maletas. Mamá toma la más pequeña y yo la otra.
—Vamos, tengo el coche afuera, me lo contarás en el camino...
—Es que hay tanto que contar que no de si tenga tiempo suficiente, todo fue...
Comienzo a caminar con mamá, pero luego me detengo en seco y volteo mi cabeza hacia atrás. Acabo de sentir un dolor horrible en mi pecho y es por causa de Max. Quería verlo aquí, me había imaginado la escena del típico beso y el abrazo unas miles de veces, pero los segundos pasan, mamá me espera sin comprender y no hay nada, ya no queda casi nadie rondando el lugar. Él es Max, ese Max que amo perdidamente y qué jamás haría algo tan cursi como venir a besarme y cargarme en brazos con desesperación. Eso solo pasa en las películas...
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KYA - Deborah Hirt ©
Romantizm¿Por qué "Kya"? Porque no hay un título que pueda describir todo este gran desastre, mi vida, mi historia, mis errores... Tengo un trabajo de medio tiempo, la Universidad, el Ballet, mi secreto, chicos, problemas, papá y... Miedo, mucho miedo... Per...