Capítulo 38

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Abro los ojos cuando noto que la luz del día me molesta, y además, el aire acondicionado hace que se me erice la piel. Miro a Max y sonrío levemente. Estoy entre sus brazos de nuevo, como aquella vez en su apartamento, pero ahora todo es diferente. Yo me siento diferente.

Miro el edredón a los pies de la cama, lo tomo y me cubro, porque la habitación está helada, sé que debe hacer calor afuera, pero también sé que no deben ser más de las seis de la mañana. Hay mucho silencio en toda la casa.

Me abrazo a Max de nuevo y él, sin despertarse, hace un poco más de presión en el agarre de mi cintura. Yo beso su pecho y después vuelvo a dormirme...

Abro los ojos una vez más y saco el edredón de encima de mí. Hace demasiado calor y estoy sudando a gotas. Miro el aparato y noto que el aire acondicionado está apagado. Sigo en la habitación de Max, pero él no está aquí.

—Genial —comento algo molesta. Miro el reloj de la mesita y frunzo el ceño al ver que son las nueve de la mañana.

Me siento rara y tonta de nuevo. Quería despertar con él a mi lado.

Me pongo de pie, quito algunos cabellos de mi cara y antes de poder enfadarme aún más, veo un pedazo de papel entre las sábanas.

"Estaré en el gimnasio con Milan. Pasaré a buscarte a las nueve y treinta"

Releo la nota con esa desprolija letra unas dos veces, y después la puerta de la habitación se abre y hace que dé un leve brinco en la cama.

—Hola —dice él, claramente sorprendido de verme aquí. Y yo estoy sorprendida x verlo a él. Está algo sudado, tiene esa camiseta gris ajustada y se ve sexy.

—Hola. Yo... yo... acabo de despertar.

Él sonríe levemente, es una sonrisa casi inexistente.

—¿Dormiste bien?

Lo miro con algo de desconcierto y él se acerca a mí. Me besa la frente y acaricia mi brazo levemente.

—Sí, muy bien, es sólo que...

—Yo me daré una ducha y... en media hora te espero abajo. ¿Qué dices?

Parpadeo un par de veces y lo miro tratando de que más palabras salgan de mi boca. No volveré a tener una oportunidad como ésta en toda mi vida, y lo último que debo hacer es disfrutar y hacer lo que siempre quise con él, desde que tenía trece.

—Yo... yo también debo darme un baño, y... Está bien.

Salgo de su habitación y le sonrío con complicidad a Carolina que está en el pasillo. Entro a mi cuarto y cuando cierro la puerta, noto que de verdad yo no debería estar aquí.

—Oh, por Dios, qué locura —murmuro para mí misma. Me río levemente y corro por el pasillo de nuevo hasta la habitación de Max. No golpeo al entrar, pero noto que él ya está en la ducha y eso lo hace perfecto. Es un riesgo porque con Max nunca se sabe cómo reaccionará, pero muero por hacerlo.

Abro la puerta del baño lentamente y lo veo al otro lado del vidrio algo borroso. Siento que mis mejillas comienzan a arder y algo que se mezcla con el calor de la ciudad, hace que me quite el piyama.

—Max... —digo con la voz algo temblorosa. Noto como él da un pequeño brinco en su lugar y asoma su cabeza para verme.

—Mierda... Kya —Sus ojos me recorren por completo, está sorprendido y al mismo tiempo inmóvil. Me siento algo tímida y sólo espero que él haga algo, pero no deja de verme. Ahora que lo pienso, él jamás me había visto así, completamente desnuda.

 KYA - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora