24 de agosto 2016

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Me desperté muy temprano a la mañana siguiente y me preparé una taza de café tratando de hacer el menor ruido posible. Afortunadamente no me encontré a nadie de camino a mi recámara. La mansión de Tim Bergling era mucho más silenciosa que un cementerio a esas horas. Afuera, la lluvia ya había cesados, sin embargo el cielo aún permanecía colmado de nubes densas y la temperatura había disminuido considerablemente.

De vuelta en mi habitación, cogí la lap top de Anton de encima de mi tocador y la trasladé hasta mi escritorio. Dejé la taza de café junto a ésta y tomé asiento en una mullida silla, con respaldo alto y tapizado de piel negra. En seguida conecté la pila, abrí la pantalla e introduje la contraseña que Tim me había proporcionado. Pasaron unos segundos durante los cuales bebí varios sorbos de café. Finalmente la pantalla principal se desplegó.

En seguida vislumbré en el escritorio el acceso directo que Tim había creado para ver el video del homicidio de Anton. Tomé una bocada de aire y contemplé aquel ícono durante un par de minutos sin moverme. Me resultó bastante macabro ciertamente. Eran las seis y media de la mañana, yo aún estaba en pijama y usaba unos calcetines con rayas de todos los colores del arcoíris, el mundo alrededor estaba en silencio... Y a pesar de todo, me disponía a ver cómo habían asesinado a mi mejor amigo.

Pero para eso se ha grabado. Para que encontráramos la evidencia. Para que yo la encontrara.

Me coloqué los audífonos de mi walkman y los conecté a la lap top. No deseaba despertar a nadie. Suspiré y con decisión le di clic al ícono.

Al instante se abrió una pantalla en negro con una barra en la parte de abajo que marcaba el tiempo. En total el video duraba apenas unos tres minutos. Bebí un poco más de café y luego le di clic para comenzar.

Al principio sólo se veía el rostro y los hombros de Anton enfrente de la pantalla. Parecía concentrado en lo que sea que estuviera haciendo frente a su ordenador. Llevaba una camisa de cuadros y el cabello un tanto despeinado. Debajo de sus ojos se distinguían un par de ojeras bien marcadas, como si no hubiera dormido bien en muchos días. Anton se llevó un vaso de whisky a los labios y le dio un sorbo largo, hasta terminarse el contenido y, al cabo de unos diez segundos la quietud y el silencio del video, se vio interrumpido por un crujido. El corazón me dio un salto en ese preciso momento, como si yo misma estuviera junto a Anton en aquel instante.

Había sido la puerta. Alguien había roto de algún modo la cerradura de la entrada de un solo intento. Noté cómo la respiración de Anton se aceleraba y él, en un intento por calmarla, cerraba los ojos y apretaba los labios. Sin embargo no se paró de su silla. Permaneció allí e incluso se hizo ligeramente hacia atrás como para dejar abierta la toma de la cámara. Estaba consciente de que por más que opusiera resistencia no tenía escapatoria. Se escucharon unos pasos aproximarse lentamente y entonces logré vislumbrarlo.

Un hombre, no demasiado alto, vestido con una gabardina negra y el rostro cubierto por un pasamontañas del mismo color se colocó detrás de su silla. De inmediato dejó ver su arma y apuntó directamente en la nuca de Anton.

-¿Quién eres?-preguntó Anton sin abrir los ojos. Su voz era queda y temblorosa.

Cállate!-exclamó el sujeto en un inglés apenas comprensible. Era obvio que no era su lengua natal.

-Si vas a matarme al menos dime quién eres y por qué lo haces...

-Quien tú ya sabes te manda a decir que esto es por meterte en asuntos que no debiste, con la gente equivocada...-El asesino habló en neerlandés esta vez. Probablemente se sintiera tan nervioso que hablar en otro idioma se le dificultaba. Hizo una pausa. Anton se mordió con fuerza el labio inferior.-Y por no ayudarme.

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