30 de septiembre 2016 (tarde y noche)

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Secreto revelado en este capítulo. Creepy mil, pero así es mi historia. >:P

Gracias por leer.

Besos.

El cielo estaba nublado cuando descendimos del ferry. Parecía que en cualquier instante caería una tormenta que no se detendría hasta la mañana siguiente. Los dos hombres que nos acompañaban abrieron un par de sombrillas al sentir una fina llovizna que se dejó venir con un soplo de brisa y nos cubrieron en seguida mientras caminábamos rumbo a la residencia con el número trece. Sophy y yo no parábamos de hablar mientras tanto de lo mucho que había cambiado la isla en esos años.

-Creo que aparte de nuestra casita y una docena más no había nada en este lugar.-comentó ella pasando su mirada alerta a cada detalle.-Era aburridísimo, ¿recuerdas? Afortunadamente sólo veníamos aquí por temporadas, a disfrutar del mar cuando hacía buen tiempo, y no vivíamos aquí de planta.

-Unas cuantas navidades también las pasamos aquí. ¡Era muy tétrico!

-¡Espeluznante!-rio ella.-Y tú querías salir a jugar a la nieve. ¡Qué niña tan más loca!

Subimos una pequeña colina desde la cual pudimos apreciar mejor la infinidad de veleros que se hallaban en los muelles y las nuevas casas y negocios que se alzaban alrededor de toda la isla. Al final decidimos que definitivamente nos gustaba mucho más ahora aquel lugar y que, de ser posible, regresaríamos con frecuencia.

La lluvia se tornó más recia y tuvimos que interrumpir nuestra conversación para correr hasta la puerta de la residencia. Sophy y yo nos lanzamos una mirada confidencial en seguida y un segundo después llamé a la puerta con los nudillos a pesar de que existiera un timbre a unos cuantos centímetros.

-¿Estás nerviosa?-le pregunté a mi hermana en un susurro.

-Un poco. ¿Tú?

-Mucho.

-Calma, Mara. Todo va a salir bien.

En ese instante escuchamos un crujido proveniente del picaporte. Un segundo y luego la puerta cedió. Sophy y yo nos quedamos muy quietas mirando hacia el frente, sin aliento. Entonces Hedfors apareció esbozando una enorme sonrisa.

Por supuesto, no había envejecido ni un año. Era un hombre que se había quedado estancado en los cuarenta años y a pesar de ello parecía incluso más joven. Llevaba el cabello mojado y echado para atrás y vestía un jersey azul, unos vaqueros medio ajustados e iba descalzo. Sus dulces ojos azules brillaban como dos astros en la noche.

-¡Mis niñas!-exclamó él con júbilo y sin más nos envolvió a ambas en sus fuertes brazos.

Mi corazón se había acelerado sin que lo notara, pero al reclinar mi cabeza sobre su hombro y notar que Sophy hacía lo mismo, la ansiedad se disipó por completo. Pasamos así un minuto quizás y después Hedfors rompió el abrazo para mirarnos a cada otra vez con los ojos humedecidos. Finalmente acarició nuestras mejillas delicadamente y depositó un beso en una de nuestras mejillas.

-Pasen por favor. Ésta es su casa.-volvió a decir el señor Hedfors con un sencillo ademán.-Y disculpen que haya salido así, pero llegué apenas hace una hora y acababa de darme un baño. No esperaba que fueran a venir tan pronto.

-No podíamos esperar para verlo.-replicó Sophy en seguida entrando ella primero.

Yo pasé después y luego los hombres de seguridad. Hedfors no pudo evitar mirarlos con cierta curiosidad.

-Ellos son Ullie y Håkan.-le expliqué en seguida.- Espero no haya problema.

-No. Para nada. Es sólo que me pregunto por qué ustedes traen una escolta a una isla tan pequeña y segura.-espiró Christopher Hedfors.

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