11 de octubre 2016

32 6 11
                                    



HOLAAAAAAAAA... Espero que les esté gustando el fic. Está a nada de acabar. Gracias por seguir hasta el final. Besos! Las amo.

Llegué a la isla de Marstrand a primera hora. El cielo estaba cubierto por frías nubes blancas y un viento gélido quemó mis mejillas mientras bajaba del ferry. Descubrí de inmediato al señor Hedfors a unos cuántos metros del muelle. Vestía un abrigo grueso y con ambas manos sostenía un ramo de rosas blancas. Ambos sonreímos cuando nuestras miradas se encontraron.

-¿Cómo estás, Mara?-saludó con voz dulce cuando me detuve frente a él.

-Exhausta. No dormí en toda la noche.-respondí en un exhalo.

-Pues vamos a casa para que desayunes, te des un baño y descanses como se debe.

Me extendió el ramo y yo lo envolví con ambos brazos dándole las gracias. A prisa, Hedfors tomó mis maletas y caminamos hasta la casa mientras conversábamos sobre mi viaje.

-No me ha dado tiempo ni de cambiarme de ropa. Me he venido con todo y el pijama puesto.

-Ya está en todos los telediarios la noticia del incendio.-comentó Christopher con tranquilidad.-No han confirmado todavía la muerte de Bergling en televisión, pero en los periódicos de internet ya se han filtrado algunas fotografías de los restos que se hallaron en su habitación.

-No pensé que fueran a quedar restos...-dije pensativa.-¿Cree usted que si investigan a fondo den conmigo?

-No lo creo.-respondió mientras sacaba sus llaves para abrir la puerta principal.-Todos en su esfera social sabían que Bergling estaba desahuciado. Además, dada la manera en la que se dio el incidente parece más bien un suicidio. De cualquier forma, si abren una investigación para dar con un responsable se toparán con un muro. No te preocupes por ahora, ¿vale? Mejor descansa y procura no mortificarte por lo menos hasta mañana. Te lo mereces.

Asentí esbozando una pequeña sonrisa y entramos.

Desayunamos sin hablar y enfocándonos solamente en ver el telediario matutino. En efecto, nadie había confirmado todavía la muerte de Tim Bergling, sin embargo se insinuaba que posiblemente hubiera víctimas debido al incidente. Nos bebimos una taza de café y después subimos al piso de arriba para dejar mis maletas. Sin embargo, al pisar el último escalón él se detuvo y me lanzó una mirada un tanto nerviosa.

-¿Dónde deseas que deje tus cosas?-inquirió él.

-Puede dejarlas en la habitación que utilicé la última vez.-respondí.-Pero, si no le molesta, quisiera dormir con usted a partir de hoy.

-Por supuesto que no me molesta.

Esbozó una amplia sonrisa y lo seguí a mi habitación. Dejó el equipaje en una esquina y le di las gracias con un breve beso en la mejilla. Una vez que me quedé sola nuevamente, con cuidado saqué la cajita con las cenizas de Anton y las dejé sobre mi tocador. Luego de eso me quité el abrigo, las botas y me escurrí dentro de las sábanas para dormir profundamente. Fue un sueño continuo y aplomo. No recuerdo haber soñado nada. Tan sólo fue como haber desconectado mi mente del resto de mi cuerpo durante más de diez horas.

Desperté cuando ya era de noche otra vez. Miré el reloj y marcaba las nueve menos cinco así que, con desgane logré reincorporarme después de varios minutos. Silenciosamente bajé las escaleras y encontré al señor Hedfors leyendo apaciblemente sobre el diván de su sala de estar. En cuanto me vio cerró el libro poniéndose de pie con entusiasmo.

-Hola.-saludé en voz queda tallándome un ojo con el dorso del dedo índice.

-Dormiste todo el día.-mencionó él.- ¿No mueres de hambre?

Quema las páginasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora