Capítulo XXVII

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Salió disparada de la tienda después de acordar con Enam el día y lugar del duelo, posiblemente se había apresurado a tomar la decisión, pero era algo razonable, así terminaría de una vez todo esto, y además el hecho de que su enemigo contase con su propia hermana no era algo que le hiciese mucha gracia.

No puedo evitar volver a mirar esos ojos del guardia que se encontraba en la puerta del líder enemigo. Sabía que le eran familiares, que ya los había visto antes. ¿Pero dónde? Un recuerdo, más bien una imagen, chocó contra sus pensamientos. Esos ojos mirándola con tristeza y furia a la vez.

-Lexa: ¿Sarah? ¿Eres tú?

-Sarah: Así es (contestó con rotundidad).

-Lexa: Vaya, no sabes lo que me alegra verte, aunque sea en estas circunstancias, no sabía nada de ti desde... (cortó sus propias palabras). -¿Cómo es que estás aquí?

-Sarah: ¿Y a ti qué más te da donde este?

-Lexa: Me preocupa que hayas elegido este bando. Puedo ayudarte, ven conmigo ahora y prometo protegerte.

-Sarah: ¿Protegerme dices? Creo que eso es algo que no se te da muy bien. Debiste hacerlo con ella, debiste protegerla, lo prometiste. (Dijo la guardia con lágrimas en sus ojos que amenazaban con salir).

-Lexa: Yo...

-Sarah: No. No quiero escuchar ninguna palabra más de ti. Lárgate.

Lexa volvió sobre sus pasos, sobre el camino que había seguido con el hombre que la llevó hasta Enam. A la vez que los pensamientos y la decisión que había tomado empezaban a chocar en su mente, varios recuerdos empezaban a empujar abriéndose paso entre ellos.



Flashback

-Lexa: Estoy bien maestro. No es nada.

-Titus: Me das demasiados problemas Lexa, si no fuese porque eres especial, ya habría renunciado a tenerte aquí en Polis. (Dijo el hombre mientras agarraba a la joven de uno de sus brazos) –Dejemos que Adara eche un vistazo a ese brazo.

Adara era una de las curanderas de Polis, vivía en una casa humilde alejada de la torre del Heda y su labor básicamente era el cuidado de los sangre negra.

-Adara: ¿Otra vez tu por aquí? (Dijo la mujer mientras observaba a Lexa entrar hacia la sala que estaba destinada a su trabajo).

-Lexa: Estoy bien, es Titus que ya sabes cómo es...

-Adara: Lexa, cielo, ya tienes quince años, debes serenarte un poco y dejar de meterte en líos. Ahora ven y siéntate, deja que te eche un vistazo (dijo la mujer mientras señalaba una banqueta cerca de ella).

-Lexa: Enserio que no es nada, es sólo un rasguño en el brazo (contestó mientras se acercaba a la mujer).

-Adara: Eso lo tendré que decidir yo, ¿no crees? (decía mientras observaba el brazo de la joven) Pero parece que sí, que tienes suerte, es sólo un rasguño, nada de qué preocuparse.

Mientras tanto se empezaron a escuchar unas voces que cada vez se acercaban más a la puerta de la habitación en la que estaban.

-Adara: Esas deben ser mis niñas.

-Lexa: ¿Tus niñas? No sabía que tenías hijas...

-Adara: Sí. Tengo dos, Costia es la mayor, es de tu edad, y Sarah es dos años menor que su hermana. La verdad es que se portan bien, no tienen nada que ver contigo (dijo la mujer mientras le sonreía). –Pasad, tranquilas, dejad que os presente (comentó la mujer al ver que sus hijas se quedaban paradas en la puerta), ella es Lexa, es una de las sangre negra, es de las más aventajadas, fijo que algún día será nuestra Heda. Lexa, esta es Costia (dijo la mujer mientras señalaba a una de sus hijas, de pelo castaño, más claro que el suyo, sus ojos marrones claros hacían juego con su melena), y esta es Sarah (tenía el pelo algo más oscuro que su hermana, aunque compartían prácticamente el mismo tono de color en sus ojos).

WE ARE WHAT WE ARE  (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora