♫ Sentimientos y Acompañamientos ♥

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Aira

Los ojos de la muchacha se abrieron ampliamente. Pasó saliva al tiempo que sentía que juntaba sus manos para estrujarlas. Ambas estaban tan sudadas, que podían humedecer un rollo entero de papel higiénico si quisiera.

-Pero... -Arrugó la frente y la cogió del brazo atrayéndola hacia sí, observándola fijamente a los ojos-. ¡¿No me habías dicho que eras mayor de edad?! -dijo bastante sorprendido por la noticia-. Pero, ¡¿QUÉ ES ESTO?! ¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO?! ¡¿ACASO ME HAS MENTIDO?! -Meneó varias veces la cabeza agarrándosela con su otra mano libre-. ¡DIME, AIRA! ¡DIME!

La mirada que Rodrigo le había clavado la había dejado sin respiración, atravesando no solo sus ojos, sino su alma. Esos ojos que la habían mirado antes con tanto amor, llenándola y recomponiéndola, ahora eran tan fríos e inexpresivos, que percibía que su cuerpo quedaba petrificado de sólo reflejarse en aquellas pupilas de color verde. Percibió que todo su ser se quebró en mil pedazos, como trozos de hielo rotos que se pulverizaban y evaporaban al tocar el suelo frío de su alrededor...

Trató de regularizar su respiración como pudo. Abrió grandemente su boca para que ingresara el gélido aire que rondaba el ambiente. El oxígeno que entró en su hinchado pecho no fue suficiente para traerla de vuelta a la realidad. No era todavía capaz de realizar movimiento alguno. Su cuerpo estaba tan clavado en ese sitio, congelada tal cual, sin poder formular palabra alguna.

Tenía que replicar... inventar cualquier excusa para salir bien parada de aquella situación, pero... simplemente no podía.

De pronto, por fin, fue capaz de abrir la boca para hablar y justificarse ante él. Sin embargo, fue en vano. Era una chica muda sin razones y sin vocalizaciones que pudieran excusar su metida de pata. En ese instante solo era un autómata en los brazos de aquel muchacho quien con sus ojos verdes, le mostraban toda su sorpresa y posterior indignación, al sacudirla para que reaccionara y, con ello, quizá traer alguna respuesta que quizá lo apaciguara.

Finalmente, apelando a las pocas fuerzas que todavía le quedaban, fue capaz de soltar una palabra que pusiera fin a aquella tensa situación:

-Bue... Bueno... -Levantó su brazo derecho para tocarse la garganta y ayudarse a pasar la saliva, para poder respirar con normalidad-. Lo que... Lo que ocurre es que yo...

-¿SÍ? -la interrumpió al tiempo que percibía cómo los dedos de Rodrigo se clavaban en sus antebrazos, haciendo eco a la profunda mirada de él.

Al notar ese dolor, como acto reflejo, retrocedió y replicó:

-¡Me... me duele el brazo!

-Oh, lo siento -dijo y la soltó de inmediato.

Al liberarse de su agarre, sus músculos se relajaron. Esto posibilitó que la sangre fluyera por todo su cuerpo con la normalidad de antes, permitiéndole abrir la boca para que una bocanada de aire fresco entrara a sus pulmones, y con ello, el relax que tanto requería en esos instantes.

Movió sus brazos para ayudar a su circulación. La tensión del dolor muscular era palpable. Los dedos de Rodrigo marcados en sus antebrazos todavía eran visibles, por los que se los cubrió con sus manos.

-Yo, lo siento... -dijo Rodrigo retrocediendo y observándola con pánico, ansiedad y preocupación-. En serio... No quise... yo... -Hizo el ademán de querer alzar su brazo para querer calmarla, pero se contuvo. Finalmente, le dio la espalda, se alejó de ella al tiempo que se cubrió el rostro con una de sus manos y movía la cabeza desesperadamente-. No quise hacerte daño. Lo siento tanto. ¡Soy un idiota!

Melodías y Ambrosías [Saga Ansías 2] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora