♫ Negro y Gris ♥

13K 1.3K 265
                                    


Rodrigo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Rodrigo

—¿Puedo ir a tu casa? Me siento mal...

La voz femenina al otro lado del teléfono se oía aquejumbrada. De inmediato se encendieron los radares de preocupación en Rodrigo, quien se levantó de su cama tan rápido como pudo, a tal punto de que por poco se tropezó con sus pantuflas que yacían a pocos metros de él.

—¿Qué...? ¿Qué ocurre?

Revisó el teléfono despertador que había sobre su mesita de noche. Eran las 07:51 am, una hora poco habitual para que Aira lo llamara.

—¿Estás bien? ¿Te recrudeció tu gripe? ¿Te duele el cuerpo? ¿Cómo está tu garganta? ¿Volvió tu fiebre? Pero, ¿por qué? ¿Qué te pasó? ¿Te descuidaste? ¿Dormiste sin tomar tus medicinas? ¿Te destapaste al dormir quizá? Si justo ayer me decías que tu garganta ya no te dolía, y que la fiebre había bajado hace varios días...

Al otro lado del teléfono, Aira esperaba que Rodrigo dejara de formularle sus cientos de preguntas sobre su aparente recaída en su gripe y todas las teorías habidas y por haber sobre por qué había pasado.

—Weit, ¡para tu carro, mijo! —exclamó cuando vio conveniente ya cortarle el rollo a Rodrigo.

—¿Eh? —preguntó él volviendo en sí.

En su preocupación (y desesperación) por Aira no se había dado cuenta de que había chocado con un estante, provocando que uno de los libros de la parte alta le cayera sobre la cabeza.

—Estoy bien.

—¿En serio? —preguntó mientras un gran libro de tapa blanda de color crema y azul se abría ante sus ojos: "Poesía Romántica Española".

Sí... o sea, bien de salud, pero no del corazón.

—No... no te entiendo. ¿Te refieres a que tienes algún problema cardiovascular?

Una pequeña risilla se escuchó a través del teléfono.

—Que no, tontín. Mi salud está bien.

—¿De verdad, no me mientes?

—Así es.

—Entonces, no comprendo de qué estás mal si dices que ha recrudecido tu gripe o tienes algún problema al corazón. ¿A qué te refieres? —preguntó a la vez que devolvía uno de los libros de su madre a la estantería y se rascaba la cabeza en señal de confusión.

—¿Puedo ir a tu casa ahora y te cuento? Necesito alguien que me escuche, que me abrace, que me consuele y que me haga sentir bien... que todo estará bien... y solo tú lo logras, ¿ok?

—Bueno... yo...

—Ahora a mí me toca ser consolada, de nuevo. Pero no te mal acostumbres, ¿ok?

Melodías y Ambrosías [Saga Ansías 2] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora