Aira
—¡Aira, estás llorando!
Había pasado varios días desde que me había despedido para siempre de Rodrigo. Y aunque lo había seguido viendo en la escuela como mi tutor y profesor que era, la relación entre ambos había cambiado.
Era distante. Muy distante. Apenas me dirigía la palabra cuando llamaba la lista de asistencia, menos me miraba cuando buscaba ansiosamente sus bellos ojos verdes en el salón. En las dos clases de Literatura —mi antigua materia favorita— que habíamos tenido esa semana, al percatarme de su rechazo, apenas había prestado atención a lo que decía. Incluso, mayor fue mi decepción cuando al día siguiente de nuestra charla, él había formulado una pregunta. Yo muy animada había levantado el brazo para contestar, para siquiera tener por unos minutos su atención. Pero, contrario a lo que esperaba, él había optado por ignorarme y le cedió la respuesta a otro de mis compañeros. Y fue ahí que, al clavarse una gran espina en mi interior que me quebró por completo, me percaté de que su rechazo y despedida para siempre iban en serio, muy en serio. Si tenía alguna esperanza de que las cosas volvieran a ser como antes, estaba muy equivocada...
Desde entonces, asistía a clases, pero hacía todas las cosas por inercia. A estos días los llamé "estar en piloto automático". Me despertaba, me alistaba, llegaba a tiempo a la escuela, contestaba a la lista de asistencia; pero luego en clases, en vez de prestar atención a los maestros, me quedaba mirando hacia los exteriores de la escuela. Quería contentarme aunque sea con poder contemplar a Rodri de lejos. Mi corazón se emocionaba cuando lo veía caminar en los patios, en los pasadizos o alrededor nuestro durante la formación de inicio de clases. Y creía que estaba comenzando a acostumbrarme a la idea. Pero... cuando deseaba algo más ansiosa buscaba su mirada, al notar que él se percataba de mi gesto para luego voltearme el rostro, mi corazón se hacía trizas, provocándome un gran vacío que pugnaba por hacerme llorar. Sin embargo, por algo que desconocía, entonces no lloraba. Solo en la privacidad de mi dormitorio, cuando llegaba de clases, me desahogaba.
No sé por cuánto tiempo maldecí en silencio el haber sido tan joven, tan inexperta, tan egoísta, tan inmadura con él. Por culpa de mis actos y lo que había dejado de hacer había perdido aquel sincero amor que él me había brindado. Lloraba y lloraba. Chillaba y chillaba. En silencio pronunciaba su nombre y le pedía perdón por el daño que le había hecho... Pero todos mis gritos eran vanos porque ninguno era contestado por él. Y hubiera seguido llorando en silencio hasta esa tarde de viernes...
En nuestra última materia, Educación Física, la profesora nos había encargado a las mujeres agruparnos en dos para hacer abdominales y luego coordinar una coreografía de gimnasia. Pero, en vez de quedarse a supervisarnos, la Sra. Condevela había aprovechado para retirarse a la cafetería a matar el rato. Era muy típico en ella. ¡Una floja! Y nosotras, por supuesto, en lugar de obedecerla, habíamos aprovechado para vagar como ella.
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Melodías y Ambrosías [Saga Ansías 2] [COMPLETA]
RomanceHISTORIA GANADORA DE LOS WATTYS 2016 EN LA CATEGORÍA PIONERAS. Continuación de "Ansías y Poesías" (no recomiendo leer esta parte sin haber leído la primera, la cual pueden encontrarla accediendo a mi perfil o poniendo en el buscador de Wattpad "Ans...