Cora y Stiles decidieron parar cuando ya le dolían los pies de tanto caminar. Y eso que Stiles había cogido la sana costumbre de correr un par de horas todos los días desde que todo volvió a la normalidad... O lo que era su normalidad.
En teoría, cogió el hábito porque después de haber pasado los últimos dos años corriendo de un lado para otro, intentando solucionar el problema de cada temporada; tampoco era bueno pasar de golpe a no hacer nada. Y como acabaron echándole del equipo de Lacrosse por haber faltado a la mitad de los entrenamientos (era cuestión de prioridades: entrenar, o averiguar cómo salvar a gente inocente), se dijo que un poco de ejercicio no le vendría mal.
Esa era la teoría. Lo que le había contado a todo el mundo que se había dignado a preguntar. Pero la verdad era que lo hacía porque confiaba que así, cuando llegara a casa después de haber corrido por el bosque durante horas seguidas, acabaría tan cansado que se dormiría nada más tumbarse en la cama.
Y, con un poco de suerte, no tendría pesadillas.
Pero de poco le sirvió tanto ejercicio para recorrer una de las ciudades más grandes del mundo, en compañía de una chica lobo (se negaba a llamarla hombre lobo, y mujer todavía no era) con ganas de enseñarle absolutamente todo.
Y así fue cómo, a primera hora de la tarde, Stiles le suplicó que por favor se tomaran un descanso, y que por qué no iban al refugio. Que tenía curiosidad por ver el edifico ahora que sabía para qué servía.
Cora no se mostró muy de acuerdo al principio. Sabía que, aunque no estuviera vetada la entrada de humanos en el edifico, tampoco es que fuera algo habitual.
Pero finalmente accedió, pues recordó que anoche todo el mundo vio a Stiles hablar con Derek. Y eso venía a ser una especie de carta blanca para el humano que había aparecido de la noche a la mañana. Era cuestión de lógica: si Derek Hale no había arrancado la garganta al extraño humano, y consentía que caminara a su lado, es que era alguien que tenía permiso para pasear por el refugio sin ningún problema.
Claro que, cuando finalmente Cora accedió a enseñarle las instalaciones, no fue consciente de que Stiles, evidentemente, no se conformaría con la visita turística de rigor. Y cuando ya le había enseñado las habitaciones de acogida, las salas de recreo o la gigantesca despensa; Stiles hizo la pregunta del millón.
- ¿Dónde está Derek ahora?
A lo que Cora respondió con la peor respuesta posible: diciéndole la verdad.
- Supongo que estará en el salón de reuniones.
Apenas respondió, los ojos de Stiles se abrieron como platos, y la miró como sólo miraría un niño pequeño a Santa Claus.
- ¿Podemos ir allí?
- No creo que sea buena idea.
- Por qué no.
- Porque es donde se reúnen los Alfas. Y las reuniones son privadas.
- Pero al menos podemos ir a verlo por fuera – puso cara de pena – En qué piso está.
Cora negó con la cabeza, lamentando su error de novata. A estas alturas, ya tendría que saber que eso no sería suficiente para Stiles Stilinski.
Diez minutos más tarde estaban en el último piso, donde se encontraba la famosa sala de reuniones.
Pero en lugar de esperar a que la reunión terminara, delante de la puerta doble, o sentados en los cómodos sofás que había en una salita de espera destinada precisamente para eso... para esperar; los dos adolescentes decidieron cambiar el lugar de espera.
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Run to You
FanfictionTras los nefastos acontecimientos que han tenido lugar con el Darach y la manada de Alphas, los hermanos Hale deciden dejar Beacon Hills y volver a Nueva York; la misma ciudad donde Derek y Laura se refugiaron tras la muerte de toda su familia a man...