Capítulo 11

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Derek procedió entonces a desnudarse con calma, no importándole que Stiles estuviera perdiéndoselo.

Una vez estuvo desnudo, cogió el bote de lubricante y se sentó en el borde de la cama. Contempló el cuerpo de Stiles con morbosa fascinación, deteniéndose en el pálido trasero del chico, tan perfecto como había imaginado.

Cuando tuvo suficiente de aquella visión, llevó una mano hasta el cuello de Stiles. Acarició la nuca con la yema de sus dedos, notando en seguida un ligero cambio en el ritmo de su respiración.

Un par de segundos más tarde, Stiles se removió en la cama y consiguió darse media vuelta.

- Joder – gruñó, palpando el semen que se había quedado pegado a su estómago – Podías haber hecho algo para que no cayera encima de todo el pringue... Que asco.

- Para darte tanto asco, bien has dejado que yo hiciera algo más que tocarlo.

- Qué – preguntó, desorientado, y por primera vez se dignó en mirar a la persona a la que le estaba echando la bronca.

Encontrarse con Derek a menos de cinco centímetros de distancia, completamente desnudo, y mirándole como si tuviera ganas de devorarle, logró que estuviera a punto de tener otro orgasmo... Y aunque un orgasmo era ahora algo físicamente imposible, sí que tuvo un buen orgasmo mental.

- Joder – gimió Stiles, tragando con dificultad al tiempo que se sentaba en la cama para estar más cerca de él.

Sin que se diera cuenta de lo que estaba haciendo, como si sus manos actuaran por propia iniciativa, las llevó hasta el musculoso pecho del hombre lobo. Palpó la piel como si se tratara de una delicada pieza de arte, apretando las yemas de los dedos para sentir mejor el calor que desprendía aquel cuerpo tan perfecto.

No tuvo muy claro cuánto tiempo estuvo así, manoseando con descaro ambos pectorales, los hombros y aquellos abdominales tan jodidamente perfectos que, sí... eran muchísimo más duros de lo que se había imaginado.

Hasta que un leve carraspeó le obligó a centrarse en el dueño de aquel cuerpo tan increíble.

O, mejor dicho, a mirar a Derek a los ojos.

Derek le estaba mirando con cierta curiosidad, una ceja levantada y los labios menos apretados de lo normal.

- ¿Has terminado? – preguntó.

Y Stiles quiso morirse allí mismo.

Si a estas alturas Derek no pensara ya que era un crío estúpido... acababa de darle la prueba definitiva.

- Dios, lo siento – tragó con dificultad – Lo siento muchísimo, yo... No pretendía...

- ¿Tocarme? – le interrumpió el hombre con tono de burla – Podrías haberme engañado.

- No pretendía que fuera tan evidente – susurró con vergüenza - Perdona.

- No me he quejado – dijo con voz grave, al tiempo que le lanzaba el bote de lubricante a su cuerpo, golpeándole en el estómago.

Stiles cogió el tubo, lo miró extrañado, y miró aún más extrañado al hombre.

La expresión de Derek no había cambiado. Pero tras varios segundos en los que se limitaron a mirarse el uno al otro sin decir nada, Derek desvió ligeramente la mirada hacia abajo.

Y Stiles siguió su mirada como si fuera un perro de Paulov... y se quedó con la boca abierta.

- Oh Dios – gimió, avergonzado y mortificado a un tiempo. Aunque también había algo de deseo en aquellas dos palabras.

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