Capítulo 38

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El Sheriff abrió la puerta de la residencia Stilinski.

Sus invitados llegaban puntuales.

Dos días después de haber estado a punto de morir, Cora y Derek Hale parecían recién llegados de las vacaciones. El mayor de los hermanos, como no podía ser de otra manera, llevaba su eterna cazadora de cuero, y unos pantalones desgastados bastante ajustados para el gusto del Sheriff. Aunque sí que le alegró ver que se había afeitado del todo, y que ahora parecía mucho más joven de lo que era... O, mejor dicho, ahora parecía tener la edad que realmente tenía.

Aunque seguía siendo mayor que su hijo.

Hijo al que había tenido a bien quitarle la virginidad mientras estaban en Nueva York, sin que ninguno de los dos se hubiera dignado en comunicarle la noticia, y por supuesto sin pedirle permiso como progenitor que era.

Un progenitor que estaba claro no había sido capaz de mantener a su hijo puro hasta el matrimonio...

Si, claro... Stiles puro e inocente.

Antes de que le diera un infarto, John Stilinski optó por cambiar la dirección de sus pensamientos.

Después de hablar largo y tendido con Stiles, se suponía que ya tenía que estar acostumbrado a la idea de que su hijo hacía cosas nada inocentes con aquel muchacho que parecía recién salido de la portada de una revista para adolescentes... Aunque debía admitir que los chicos que salían en esas revistas parecían más inocentes que Derek, y no llevaban tanto cuero ni tenían la costumbre de mirar a la gente como si tuvieran ganas de asesinarles con sus propias manos. Cosa que, en el caso de Derek, estaba claro que él si podía hacer porque era un hombre lobo y Alfa ni más ni menos.

Dios Santo... No podía creer que no hubiera sacado ya la pistola, y le hubiera obligado a irse otra vez a la otra punta del país y no volver a tocar un solo pelo de su hijo.

Si al final no lo hizo, fue por varios motivos.

Uno era que si Derek se iba, tenía claro que Stiles iría detrás de él al minuto siguiente. Como ya había hecho una vez, sólo para volver siendo un completo miserable porque resultaba que estaba locamente enamorado de aquel muchacho.

El otro motivo era que no tenía ninguna duda de que aquel muchacho quería a su hijo.

Y qué clase de padre sería si no quisiera que su hijo fuera feliz. Junto a la persona que le quería.

A lo que se añadía el importante detalle de que su hijo había estado a punto de morir, y el responsable de que siguiera respirando no era otro que Derek Hale.

Y eso tenía que contar como punto a favor, ¿no?

John soltó aire lentamente, casi con dolor.

Sabía que iba a necesitar tiempo para acostumbrarse a todo eso.

Pero al menos lo intentaría.

Con esa idea firme en la mente, se concentró en la pequeña de los Hale.

Apenas había tenido ocasión de conocerla en el pasado. Pero según le había contado Stiles desde que volvió de Nueva York, era una muchacha encantadora que le caería bien a cualquiera. Incluso cuando ponía esa mirada asesina propia de los Hale.

- Hola – saludó a la chica - ¿Cómo estás?

- Como nueva – Cora mostró una sonrisa radiante - Derek y Deaton cuidaron muy bien de mí.

- Me alegro.

- He traído el postre – señaló, jovial, mostrando el recipiente que llevaba entre las manos.

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