Capítulo 36

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Apenas comprendieron que habían ayudado a Peter a llevar a cabo su plan, todos los hombres lobo atacaron a la vez.

Y todos, absolutamente todos, fueron rechazados como si fueran niños luchando contra gigantes.

Sin quedarse atrás, los cazadores también intentaron aportar su granito de arena. Y aunque estaba claro que al lado de los lobos sus fuerzas eran inferiores, no iban a dejar de intentarlo.

Allison disparó su ballesta, aprovechando un momento en que Peter había golpeado a Scott y Isaac, haciéndoles morder el polvo. Pero el Alfa paró el proyectil con un simple movimiento de su mano y, tras quedar varios segundos suspendida en el aire, la flecha cayó al suelo. Totalmente indefensa.

Ese fue el momento en que los cuatro humanos presentes comprendieron que allí poco podrían hacer.

Lástima que también fue el instante en que Peter decidió castigarles por su osadía.

Porque apenas tocó la flecha el suelo, Peter hizo una barrido del aire con su brazo derecho. Y al segundo los cuatro humanos fueron despedidos por el aire, golpeándose contra los troncos que había cercanos.

Stiles gruñó de dolor cuando recuperó el conocimiento. Tras él, la lucha continuaba encarnizada, y bien sabía que sus amigos no se iban a rendir tan fácilmente. No cuando sabían que ellos eran los únicos que podrían parar a Peter.

Pero entonces, justo entonces, Stiles descubrió que aún podrían ayudarles. Que no todo estaba perdido.

Arrastrándose por la tierra húmeda, intentando no llamar la atención de los hombres lobos, (pese a que era bastante complicado visto que estaban todos un tanto ocupados) llegó junto a Chris y Allison. Ambos estaban inconscientes, con varios cortes y heridas en la cara. Ellos se habían llevado la peor parte del golpe, al haber chocado de frente contra un enorme árbol.

A medio metro de distancia, oyó gruñir a su padre.

Reptando hasta el Sheriff, le zarandeó con fuerza hasta que consiguió que recuperara la consciencia del todo. Pero una vez lo consiguió, le tapó la boca para que no hablara.

Ante todo, no debían dar señales de que seguían en pie.

Porque ello acabaría con la poca ventaja que podrían conseguir.

- Papá – susurró Stiles – ¿Puedes moverte?

El Sheriff asintió con gesto cansado. Un reguero de sangre surcaba su frente, y Stiles rezó porque no fuera muy grave. Porque ahora no había tiempo para curar las heridas ni ponerse a descansar.

El resto les necesitaban.

- Tenemos que seguir con el plan B – musitó, mirando en dirección sur. Hacia el claro oculto por los árboles, donde el Nemeton era espectador impasible de todo lo que su poder místico había creado.

John Stilinski siguió la mirada de su hijo.

Necesitó dos segundos para comprender lo que le estaba queriendo decir, y asintió. Y por el gesto serio con que lo hizo, Stiles no tuvo dudas de que estaba con él al cien por cien.

Sin mirar atrás, donde sus amigos seguían luchando contra Peter, los Stilinski se arrastraron por el lecho del bosque para no ser descubiertos.

Sólo se levantaron del suelo cuando varias hileras de árboles les ocultaron de los hombres lobo, y entonces corrieron con todas sus fuerzas hacia el Nemeton.

Seguía irguiéndose imponente, hermoso. Ajeno a lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

Stiles llegó hasta el árbol y, como había esperado, localizó en seguida las mochilas que habían traído los Argent y que habían escondido detrás del inmenso tronco. Tan pronto como supieron que no era Jennifer Blake su enemigo, pero que el plan que habían ideado podía seguir funcionando.

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