Capítulo 25

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Stiles se encontró en mitad del bosque.

Era noche cerrada, y la luna llena se alzaba más luminosa de como recordaba haberla visto en mucho tiempo.

Pero ahora no era momento para la contemplación ni escribir poemas bajo la luz de la luna.

Porque había algo importante que tenía que descubrir antes: Qué hacía en mitad del bosque, y cómo había llegado hasta allí.

El chico miró a su alrededor. El jeep no estaba por ningún lado, por lo que debía haber llegado hasta allí andando. Sus playeras estaban llenas de barro, así como la parte baja de los pantalones.

La principal incógnita, era por qué demonios no recordaba nada.

En un gesto automático, se llevó las manos a la nuca. Las marcas que Scott le había dejado seguían ahí. Aún no habían terminado de curarse, pero por lo menos no parecían recientes. Lo que significaba que nadie más había usado el truco de las garras para borrarle la memoria.

Descartada esa opción, sin embargo, no se sintió más relajado.

Porque si un hombre lobo capullo no le había borrado la memoria sin su consentimiento, ¿por qué no recordaba cómo había llegado hasta allí?

¿Tal vez hubiera andado sonámbulo?

Nunca le había pasado algo parecido. Pero a estas alturas de su vida, con todo lo que había presenciado, ya nada podría sorprenderle.

Por ello, tras varios minutos de intentar averiguar cómo había llegado hasta allí sin sacar nada claro, decidió confiar en su instinto.

Y ese le decía que siguiera caminando.

Porque si estaba en mitad del bosque de Beacon Hills, en plena luna llena, debería ser por un buen motivo, ¿no?

Stiles observó con detenimiento el sendero del bosque. Gracias a la luna llena podía ver con bastante claridad sin necesidad de llevar una linterna que, por supuesto, no llevaba.

No estaba en la zona más transitada del bosque.

Lo que significaba que estaba bastante más lejos de cualquier zona habitada de Beacon Hills.

Y sin embargo, sabía perfectamente dónde se encontraba.

Aquel lugar del bosque sería uno que difícilmente olvidaría.

Era el lugar donde todo empezó. Donde todo cambió. Donde la simple y morbosa curiosidad de un adolescente, les llevó a su amigo y a él en la búsqueda de un cadáver partido por la mitad.

Stiles se tragó el nudo de remordimientos que surgía cada vez que se acordaba de Laura Hale. Una persona que sin duda debió ser asombrosa, a la que nunca conoció, y a la que sólo despreció al tratarla como un simple objeto. Algo que buscar, luego desenterrar, y finalmente usar en contra de Derek.

Stiles negó con la cabeza, obligándose a alejar aquel nombre de su mente.

No había tiempo para eso.

Y si quería conservar la poca cordura que le quedaba, más le valía empezar a dejar de pensar en él. Y superar de una vez por todas, el hecho de que jamás le volvería a ver.

Respiró hondo varias veces, y buscó el sendero que recorrió por última vez cinco meses atrás.

Lo localizó tras varios árboles caídos, y siguió sus pasos sin dudar.

En cuanto puso el primer pie en la dirección correcta, sintió un hormigueo recorriendo su cuerpo.

Aquella era una sensación que le resultaba extrañamente familiar. Ya lo había sentido en varias ocasiones a lo largo de su vida. Y, para qué mentir, nunca habían sido buenas ocasiones.

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