Capítulo 44.

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—Muy osada. —escucho la voz de un hombre y yo reacciono casi al instante, es Blake—. Mataste a un miembro de Saints. Eres digna de un alma infernal.

No muestro ninguna señal de miedo o de otra cosa. Tengo mi vista fija en sus ojos grises opacos. Él es un traidor.

—Él mató a mi amigo. —respondo con rencor—. Jay merecía morir.

Un sentimiento de dolor se remueve en mi pecho. Steve era mi amigo, él murió por mi culpa. Mis ojos empiezan arder y ésta vez es por culpa de las lágrimas. Blake sonríe y muestras sus dientes blancos, algunos los tiene torcidos.

—Jay merecía eso y mucho más. —dice aun sonriendo.

—Igual que tú. —le espeto.

No dice nada. Él me observa de arriba abajo con mucha atención. Su ceño se frunce ligeramente y después se acerca un poco a mí.

—Heredaste mucho de tu madre. —susurra fascinando—. Y también de tu padre.

No respondo. Blake se aleja de mí dándome la espalda, se vuelve a poner en el mismo lugar en la misma posición.

Trato de liberar mis muñecas, pero lo único que consigo es hacerme daño. Éste metal parece ser de acero. No entiendo cómo mi cuerpo flota en medio del cuadro. Mi pulsera sigue en su lugar, eso es un alivio. Fijo mis ojos en la pantalla inexistente de nuevo. Ellos están localizando a los otros. Rayos. Me pregunto cuántas almas de Saints e Infumans hay en el mundo de los humanos. También hay brujos, lobos y vampiros. Y que no se me olviden los demonios.

¿Dónde quedan esas ciudades, pueblos o lo que sean?

—Hola, pelirroja. —me saluda de sorpresa la voz de Scar—. Tu cabello brilla más que nunca.

—No me llames así. —le frunzo el ceño y trato de odiarlo.

Él es joven. Muy joven ahora que lo veo bien. Tiene los ojos cafés y cabello castaño, su piel es acentuada y tiene una sonrisa bastante bonita. Él se ve bien.

—Tu padre está bien. —dice en voz baja.

—¿En serio? —casi sonrío. Aunque no debería creerle.

—Sí. —él se acerca un poco—. Lo he estado chequeando ya que me ofrecí de voluntario. Cosa que no haría, pero te dije que te ayudaría en esto. —sonríe y yo también lo hago.

—Muchas gracias. —quisiera besarlo en éste momento. Mi padre está bien.

Observo rápidamente a Emma y a Robert. Ellos están en lo suyo, pero Aranza tiene la vista fija en nosotros. Demonios. Scar se aleja con cuidado, es como si supiese que ella nos observa.

—Descuida. Lo hago con gusto. —responde él.

—De verdad... —un dolor profundo me interrumpe, ese pequeño dolor recorre mis brazos y presiona mi pecho. Un grito ahogado se escapa de mi boca. Cierro los ojos y aprieto los dientes. Es Aranza. De pronto ya no siento nada, pero escucho mis jadeos y vuelvo abrir los ojos. Robert y Aranza están discutiendo. Emma está observando su tablet, Scar está parado observando a varios metros de distancia. Me recompongo poco a poco. Mis respiraciones se normalizan casi al instante, el pecho me deja de doler y no siento nada.

—Vete de aquí. —le riñe Robert a su hija. Lo escucho lejos, pero inmediatamente se intensifica su voz—. ¡Que te vayas, Aranza! —casi grita señalando la puerta. Aranza sale de la habitación a grandes zancadas—. Scar, revísala. —le ordena. El señor Fabián está con su celular en la mano y no presta atención a nada por el momento—. ¡Que te apures!

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