Capítulo 21.

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Dalton y yo estamos en un puesto de bebidas a la orilla de la playa. El sol está por ponerse en el horizonte, la briza acaricia mi rostro y por primera vez me siento bien conmigo misma. La música suena a unos metros de donde estamos, los cuerpos de los chicos con sus respectivos trajes de baño están bailando en una pista de baile improvisada en la arena.

—¿Qué te parece? —pregunta Dalton. Él le da un sorbo a su bebida y yo hago lo mismo—. ¿Habías venido alguna vez?

—No. —dejo mi vaso en la barra—. Esto es divertido.

Escucho los gritos alegres, las olas del mar, los motores de las motos acuáticas, todo el mundo se divierte aquí. Me siento libre en éste momento, aunque no le haya pedido permiso a mis padres.

—Me alegra ser el primero en traerte. —sonríe y yo le correspondo.

—Claro —mi ceño se frunce involuntariamente—, pero aquí no podemos hablar de lo que quería.

Dalton observa las olas de la playa, toma su bebida de frutas y me toma de la mano al tiempo que se levanta del taburete.

—Ven conmigo. —dice y salimos del puestecito de madera, caminamos por arena de la playa y mis converse se sumergen dentro de ésta bajo mi peso.

—¿Es necesario que me lleves de la mano? —pregunto irónica.

—Oh. —se ruboriza. Alzo las cejas encantada de su expresión—. Lo siento. —me suelta la mano y seguimos caminando juntos.

No sé a dónde vamos, pero cada vez nos alejamos más de la playa. Mis converse tocan el césped después de varios metros y Dalton se dirige a una silla de cemento que es parte del decorado ante la vista de la puesta de sol que justo en éste momento está por suceder. Entorno los ojos. Me siento al lado de él y doy un sorbo a mi jugo.

—¿De qué quieres hablar? —pregunta con la vista hacia el frente.

—Pues... —observo el lugar—. No creo que sea buena idea hablar aquí sobre eso. —digo casi en susurro.

Mi cuerpo se tensa de pronto, no sé qué es lo que me pasa, una extraña sensación lo recorre, es como si fuera una alarma. La temperatura cambia de un momento a otro y a mí me da un respingo.

—¿Qué te pasa? —Dalton me mira curioso.

—¿Sientes algo? —observo atenta el lugar y no sé por qué—. Es una sensación como frío, pero más que todo como hielo.

—¿Hielo? —arquea una ceja—. ¿Estás bien?

A varios metros de nosotros los veo, son los mismos hombres que estaban afuera de Darkness. Mi corazón amenaza con salirse de mi pecho que duele de pronto. Ellos caminan por el césped dirigiéndose hacia la fiesta de la playa. El hombre grande y rubio lleva la espada mortal cruzada en su espalda. Tres hombres más le siguen, pero no veo al tipo que me acorraló en el callejón. ¿Qué se habrá hecho? ¿A caso Drake lo asesinó?

—Debemos... —las palabras se quedan estancadas en mi garganta y siento que me falta el aire—. Dalton, tenemos que irnos de aquí.

—Auh, me estás lastimando. —contesta él. Bajo la vista a mi mano que está apretando su muslo y de pronto me duelen los dedos.

—Lo siento. —le suelto y él instintivamente se masajea donde antes tenías mi mano.

Me levanto de la silla con impaciencia y Dalton lo hace segundos después. Los hombres se perdieron de mi vista, pero no son inconfundibles porque son los únicos que visten de negro de pies a cabeza.

Mi mente reacciona de inmediato. ¿Qué hacen esos tipos aquí? Éste no es un buen lugar para matar a una persona a menos... no, no puede ser.

—¿Qué pasa? —me pregunta Dalton—. ¿Estás bien?

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