Capítulo 32.

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Cinco minutos antes de que empiece, se escucha un cañonazo desde afuera del muro de piedra y entonces suena una canción de porristas. Ruedo los ojos. La cuadrilla de chicas y chicos vienen corriendo hasta el centro del campo y empiezan hacer eso que hacen ellos. Todas están vestidas con un top y falda demasiado corta, color rojo con blanco. Los compañeros de otras secciones que están a mi lado silban a todo pulmón y gritan cosas sucias.

En el cielo explotan luces de color rojo y blanco que se desparraman y forman la cabeza de un león, creo, rugiéndole a todo el público. NYU estalla en aplausos y vítores. Las chicas siguen meneándose en el campo. De pronto como una serpiente, la luz verde con gris, se desliza y le impacta sus colmillos en el cuello del león y éste se esfuma. La serpiente se eleva y saca la lengua como hacen las verdaderas serpientes. Me rio. Ahora las chicas de mi sección salen al campo y sacan a las de rojo mientras éstas caen al suelo. Aranza es la principal, y entonces empiezan hacer lo que estaban haciendo las otras.

La serpiente se menea sobre sus cabezas y se arrastra en el aire sobre las tribunas. Los chicos de la otra sección se quedan asombrados y la sección mía vitorea y gritan como locos. Menos yo.
El sol se ha puesto y por eso se ve el resplandor de las mascotas de los colegios. La música retumba en todo el campo mientras las chicas siguen bailando. Aranza sonríe a todos lados mientras baila o mientras es lanzada en el aire. Alzo las cejas. Ella es muy buena haciendo esto.

La serpiente explota y la palabra ''Serpentine'' aparece escrita con los colores de la antigua serpiente.

—Hola. Hola. Hola. —suena una voz cantarina en todo el campo—. Bienvenidos a la inauguración de ''El juego de secciones''. —dice con júbilo. Todos aplauden y silban—. Venimos con buen ánimo ésta tarde. Gracias por esos movimientos en el campo, chicas. —las porristas brincan y mueven sus pompones en el aire—. Y ahora con ustedes los chicos de la sección ''NYU '' y ''Serpentine''. —habla más fuerte de lo normal.

Sí, NYU, New York Unido. Aplaudo junto a los demás. Los chicos entran al campo y las chicas se mueren de emoción aquí junto a mí. Pongo los ojos en blanco.

—¿Están listos, chicos? Arbitro háganos el favor. —él hombre está viendo su reloj y luego pone el gorgorito en los labios y sopla.

La multitud estalla a mí alrededor y tengo que tapar mis oídos. Los jugadores se empiezan a mover en el campo y desde acá puedo reconocer a mis amigos.
Mi celular suena de pronto.

De: Steve.

Hola, Greta. Estoy preocupado porque no has contestado mis mensajes y llamadas.
Espero que te encuentres bien.

Para: Steve.

¡Hola! Lo siento, no tenía mi celular. ¿Cómo estás?

Escucho al comentarista, pero no presto atención porque mi vista está fija en el collar que me entregó Theo. Mi padre lo dejó para mí. Lo saco completamente de mi bolsillo y lo examino con cuidado.
Parece un collar, pero no lo es. Es una cadena de plata con una piedra, casi transparente que parece diamante, en la punta de la misma. Es muy bonita. La pongo en mi muñeca, ésta se desliza y se enrosca, la piedra queda en medio de las cadenas que se han formado a los lados. Lo observo fascinada.

—¡GOL! —el grito me saca de mi ensoñación y me hace levantar la vista—. ¡Goool de Serpentine! —sonrío y aplaudo junto a los demás.

La cadena tiene pequeños símbolos grabados a lo largo de ella. No los veo muy bien porque son muy pequeños. Mi celular tira una lucecita azul desde la esquina.

De: Steve.

Estoy bien, ¿Por qué no viajaste en el bus?
Me encontré con Nigel, se veía muy mal. Tenía un labio partido, creo que alguien la ha puesto en su lugar.

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