XXXIII Suneyes

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En el frio del bosque no corría ni un poco de viento. Todo estaba inmóvil, salvo Cosima, Candace y Julie que corrían desesperadamente escapando del castillo.

Las rastas de Cosima golpeaban contra su espalda retumbando tan alto como los inquietantes latidos de su corazón.

Las flacas piernas de Julie corrían descubiertas. Parecían congelarse.

Candace, quizá era la que más tranquila estaba. Dudaba que algún guardia las corriera, y si lo hiciera, no creía que ya estando tan lejos, las alcancen.

Cosima se escondió detrás de un árbol al costado del sendero. Julie y Candace la siguieron y frenaron allí.

-¿Qué hacemos?- Preguntó Julie.

-Nuestra casa está en Minsoterra. Puedes venir con nosotras.

-Perfecto.- Dijo Julie.

Caminaron a ritmo rápido y constante entre los árboles. Cuando ya habían avanzado bastante, Julie retomó la conversación.

-¿Son de Minsoterra?- preguntó- Mis padres viven allí.

-Sí- dijo Cosima.- quizá los conozcamos, ¿Cómo se llaman?

-Hernán y Vanessa Silver.-Dijo Julie.

-¡Oh, los señores Silver!- Exclamó Cosima.

-¡Son buenísimos!- Dijo Candace.

Almen apareció repentinamente a su costado, echado sobre el piso.

Luegos de varios intentos, la tímida Julie se acercó al niño. Tocó su espalda mencionando su nombre, Almen abrió sus ojos.

-¿Estás bien?- Preguntó Julie.

Almen asintió con la cabeza. Se levantó del suelo. Vio a Candace, le sonrió. Saludó a Cosima presentándosele.

-Estamos caminando, Almen, vamos hasta mi pueblo. Si quieres, te acompañamos a tu hogar primero-Dijo Cosima.

-No tengo un hogar-Dijo.

-Oh-Dijo Julie.

-¿Qué pasó?-preguntó Candace.

El niño la miró haciéndole entender que no quería hablar de ello.

-Ven con nosotros- Dijo Cosima.

Almen aceptó y se situó al lado de Candace durante toda la caminata. Fueron hablando y riéndose. Almen al fin se sentía realmente feliz.

Al avanzar empezaron a notar cenizas en el piso y el olor a quemado se hizo presente. Tal vez del dolor que les daba imaginarse Minsoterra en escombros, no se atrevieron a afrontarlo.

Quizá por eso, les sorprendió tanto el llegar.

Candace quedó callada inmóvil. Mirando el pueblo gris sin aceptar la situación.

Cosima fue a su casa a tratar de rescatar algún objeto que se haya salvado de ser quemado.

Almen estaba indeciszo, primero se quedó callado al lado de Candace. La miraba, pero ella solo miraba su casa. El niño se incomodó y se acercó lentamente a Coisma.

-¿Quieres ayudarme?- Preguntó ella.

Almen asintió sin decir palabras y empezó a buscar.

-No le hables, dale tiempo que lo acepte. -Dijo Cosima.

Ninguno de ellos, sólo Candace, notó que Julie estaba llorando desconsoladamente frente a los cuerpos de sus padres. La niña no reaccionó.

Cosima, después de separar algunos cubiertos de metal, vio a su amiga y se acercó a acompañarla. La abrazó fuertemente, haciéndole saber que estaba con ella.

Cuando Julie se tranquilizó un poco, discutieron donde guarecerse.

-Julie, ¿Dónde vivías tú?- preguntó Cosima- Podríamos ir allí por un tiempo.

-Viví aquí durante once años, luego me llevaron al campo donde vivimos juntas, no tengo a donde ir.

-Mi padre puede darles un hogar si yo se lo pido. Correran riesgos, pero pienso que sería lo más apropiado.

Candace y Cosima aceptaron tristemente, realmente deseaban que haya otra solución al problema.

-No,-Dijo Julie- Síganme.

Los tres se sorprendieron.

-¿Dónde vamos?- Preguntó Cosima.

Julie empezó a decir -En este pueblo vivían al menos una decena de Suneyes...

-¿Suneyes?-Preguntó Candace.

-Bueno, no tenían un nombre, era un apodo que le había puesto la gente. Eran hombres y mujeres que detestaban la violencia de Mooneyes. Se asociaron y quisieron destruirlo, entre ellos estaban mis padres. Pienso que Mooneyes puede haber quemado este lugar. Mis padres siempre visitaban a los Vernon, otra gente de este grupo que vive, no muy lejos de aquí. Ellos eran como tíos para mí.

-¿Por qué nos cuentas tanto?- Preguntó asombrada Cosima.

-Porque si ellos nos dan un lugar, querrán que destruyamos a Mooneyes.

-Mooneyes está muerto- Dijo Candace.- Ahora el Darkone es el papá de Almen.

Julie miró al niño orgullosamente. Estaba allí, en vez de estar bajo los pies de su padre y el poder.

Cuando llegaron a la casa que buscaban, la encontraron deshabitada, abandonada. Desde hacía varios años.

Atrás de la casa se encontraron con dos cruces en la tierra, marcando las tumbas. Una cruz llevaba el nombre de Peter Vernon y la otra el de Inés Vernon.

-Pasaremos la noche aquí, y mañana iremos en busca de Celia, su hija.-Dijo Julie. 

RumpelstiltskinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora