LIII Cambios

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Celia bajaba las escaleras ayudándose con la baranda. Lo hacía sin motivación alguna, así como no le entristecía la muerte de su suegro, tampoco le alegra mucho pasar a ser la nueva reina. Tenía un vestido corto celeste hecho a medida por ella misma. Había decidido no vestirse lujosamente por respeto a la memoria de su suegro, pero tampoco había querido utilizar ropa negra, importándole un poco más su coronación que el velorio de su suegro.

Cuando llegó a la sala principal vio que habían restaurado la araña de velas que habían tirado las sirenas. En una mesa, al costado de la sala, había cientos de velas. Celia miró a la gente, estaban todos vestidos de negro, incluso su hermano. Eso la incomodó un poco, pero no le llegó a preocupar del todo.

En un momento apagaron las velas de la araña y la gente fue a tomar una vela de la mesa lateral. Apareció el cajón cerrado con el cuerpo del rey por delante de todos. La gente levantó las velas honrándolo.

Belle fue la primera en dar su discurso, seguida por Cuspedo y por Celia. "Gran hombre" "Siempre ponía al pueblo primero" fueron algunas de las mentiras que la gente escuchó.


Luego la gente fue ubicada en mesas y Celia fue a preparar la comida. Sí, aún con más de ocho meses de embarazo quiso cocinar para su propia coronación.


Gaspar e Intholme estaban sentados en una mesa junto con Shin, un hombre calvo de ojos achinados; Luper, un señor de unos cincuenta años de pelo castaño con unas pocas canas y Tetravaedo, un poderoso mago que con solo mirarlo a sus ojos azules lograba que hagas lo que él quisiera. Gaspar e Intholme junto a estos tres magos habían buscado el tesoro de Amelita. Un tesoro que otorgaba la vida eterna. Sin embargo, lo habían encontrado primero unos marineros.

Los magos indagaban acerca de por qué estaba Gaspar en esa mesa.

-Soy un viejo amigo de Cuspedo.- Se excusó sin justificar por qué estaba en esa mesa. Él no se dio cuenta, pero los magos sí.

Tetravaedo miró a Shin preguntándole con señas si lo forzaba a decir la verdad. Pero Shin se negó, no quería más complicaciones.

Una Mosa llegó con un plato para cada uno. Era una carne de ciervo con una salsa roja.

-Me tengo que ir, pero más tarde vendré.- Se disculpó Gaspar dejando el plato sin tocar en su mesa.

Cuando salió vio a Rumpelstiltskin en la puerta observando a Belle. Gaspar tocó su espalda.

-Suerte.-Dijo y se alejó del castillo.


En otras dos mesas, se encontraban los hechiceros azules en las que los platos, como detalle, eran azules. Ferdinand, cuando vio que Gaspar se fue y que quedó un lugar vacío al lado de Intholme, fue a ocuparlo sin haber probado su plato.

¿Por qué me enfoco en el plato? Retrocedamos un poco.

Cuando Celia fue a cocinar llevaba consigo varias hojas de ortigas ferox. Recordaba las palabras de Julie, vengarse. Los hechiceros habían apoyado al hombre que mató a sus padres. Y ellos lo hubiesen hecho sin ningún problema. Es más, mataban mujeres. "¿Cuántas familias habrán perdido a su madre por ellos?" Así que lo hizo, puso una hojita de ortiga en cada plato azul.

Entonces, Ferdinand terminó siendo el único hechicero en no envenenarse.


El acto cerró con la coronación de los nuevos reyes, Cuspedo y Celia, y aplausos.

Gaspar no apareció por el resto de la noche.

RumpelstiltskinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora